Congreso Eucarístico Internacional de 1934

El Congreso Eucarístico Internacional es una asamblea de la Iglesia católica que, convocada por el Papa, se reúne durante unos días en una ciudad determinada por la Santa Sede, para dar culto a la Eucaristía y orientar la misión de la Iglesia Católica en el mundo.

El primer Congreso Eucarístico Internacional se celebró en la ciudad francesa de Lille en 1881.

Hasta la actualidad se han celebrado cincuenta congresos: el último, denominado Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor, tuvo lugar en Dublín en el año 2012, su tema fue La Eucaristía: Comunión con Cristo y entre nosotros.

[1]​ Desde antes el arzobispo Mariano Antonio Espinosa había propiciado ante el Papa la realización de un Congreso Eucarístico en fecha cercana al Centenario para producir un hecho religioso de envergadura en contraposición con el tono liberal y laicista que había en el país desde que en la década del ochenta se habían aprobado las llamadas leyes laicas.

Espinosa falleció en 1923 y en 1932 el arzobispo fray José María Bottaro recibió la autorización de Roma.

El 8 de octubre prestaron el juramento constitucional los nuevos arzobispos de Santa Fe, San Juan, La Plata y Córdoba y en Buenos Aires fueron inauguradas por el arzobispo Santiago Luis Copello las nuevas iglesias de Santiago Apóstol, Corpus Domine, Santísima Cruz y San Juan Bautista.[4]​.

Se pusieron en escena algunos espectáculos vinculados al acontecimiento que iba a suceder: el estreno de Roma, obra teatral de Enrique Larreta, no muy bien recibida por la crítica y la puesta de la ópera Cecilia, dirigida en el Teatro Colón por su autor monseñor Licinio Refice, especialmente llegado al efecto desde Italia; cantarán la soprano Claudia Muzio y el tenor Koloman von Pataky y se utilizaron los mismos decorados que en Roma.

En Rosario hubo diversos actos organizados por el movimiento anarquista a favor del laicismo y contra el Congreso Eucarístico Internacional, entre cuyos oradores estuvo Juan Lazarte[5]​ El mismo día que el mártir Héctor Valdivielso Sáez, el primer santo argentino, entregó su vida el 9 de octubre, comenzó el Congreso Eucarístico Internacional de 1934 que marcó un renacimiento del catolicismo argentino, un hito a partir del cual se inició una vida nueva de la Iglesia en la Argentina, aumentaron las diócesis, crecieron las vocaciones, se construyeron nuevas parroquias, y el laicado cobró conciencia de su importancia en la Iglesia.

[10]​ Vendedores ambulantes de estampitas, rosarios, sellos postales y prendedores conmemorativos se hicieron presentes en los actos.

Se montaron allí cuatro altares donde otros tantos cardenales celebraron la misa.

A la tarde se celebró la primera asamblea, en la que habló monseñor Pedro Farfán, obispo de Lima.

A la tarde fue la tercera y última asamblea del Congreso, en la que habló monseñor Nicolás Fasolino, obispo de Santa Fe.

Sobre “Cristo hoy en la historia de América Latina y especialmente en la República Argentina”.

[10]​ Grupos de hombres y mujeres se reunían para escuchar pláticas sobre temas vinculados con la Eucaristía.

[1]​ Los historiadores Zanatta y Di Stéfano opinan que en 1934 la Iglesia Católica despertó de un letargo iniciado en 1880, pero otros señalan que no hubo tal letargo porque en ese período se multiplicaron las parroquias y nacieron instituciones, diarios y revistas que mantuvieron viva la fe, como la Acción Católica Argentina, la revista Criterio, el diario El Pueblo, los Cursos de Cultura Católica y los Círculos Católicos de Obreros.

Si bien es exagerado afirmar que la Argentina liberal terminó en esos días, puede decirse que el Congreso marcó un cambio de paradigma ideológico en la Argentina y desde entonces la Iglesia Católica fue un actor insoslayable de la vida nacional.

Cruz en homenaje al Congreso sobre el Edificio Kavanagh en construcción
Vista del público reunido en el acto junto al Monumento a los Españoles
Eugenio Pacelli junto al presidente argentino Agustín Pedro Justo .