Diseñado como un retrato de donante devocional, la tabla combina elementos de un hortus conclusus, una sacra conversazione y una Virgo inter Virgines – esta última siempre presentando a María con las santas Catalina y Bárbara.
[1] Se desconoce cuándo Memling pintó el Matrimonio Místico; 1480 parece una fecha probable según análisis dendrocronológicos.
[3] Santa Catalina fue muy venerada en la Edad Media, segunda en popularidad en el santoral tras la Magdalena.
[4] Su leyenda contaba que Majencio ordenó torturar a Catalina con una rueda con púas de hierro, que al contacto con su cuerpo milagrosamente se rompió y, cuando se proclamó casada con Cristo, le cortó la cabeza.
Tiene forma de custodia para el pan sacramental; sus tres ventanas simbolizan la Trinidad.
No era inusual que los dueños pidieran alteraciones en las pinturas, a menudo para mantenerlas actuales.
[13] Memling fue muy probablemente aprendiz de Rogier van der Weyden cuyo estilo influyó en el pintor más joven.
"[15] Era conocido por su sentido de serenidad y gracia, el cual le granjeó gran admiración a finales del siglo XIX, cuando se creía que era un pintor que veía con el alma.
Sin embargo, a principios del siglo XX, fue criticado como falto de innovación.
Ainsworth explica que la tabla "revela la pincelada espontánea y bastante detallada", típica de Memling.
Especula que pudo utilizar estudios preliminares del taller como base para esta tabla y otras similares con la misma escena.
Memling era único en repetir su trabajo; según Shirley Blum "duplica escenas y motivos en una proporción nunca antes presenciada en la pintura flamenca."
En sus últimos trabajos, la ornamentación se vuelve cada vez más elaborada e italianizante.
Friedländer le comparó a Fra Angélico no en que Memling copiara o repitiera su trabajo, sino en que "se imaginó a la Virgen mientras tomaba forma en su imaginación, describiendo por tanto siempre el mismo cuerpo y la misma alma."
En una fecha desconocida fue adquirida por el arquitecto G. F. Bodley y luego vendida a un comerciante de arte de Londres que la limpió y se la pasó a un marchante parisino, Leopold Goldschmidt.