[1] Por otra parte, los fonemas son unidades teóricas básicas postuladas para estudiar el nivel fónico-fonológico de una lengua humana.
Sin embargo, es difícil encontrar lenguas que usen simultáneamente todos estos puntos de articulación.
Respecto al modo de articulación se tienen oclusivas, fricativas, africadas y aproximantes.
A esta misma palabra también corresponden en el habla, acto concreto, cuatro sonidos, a los que la fonología denominará alófonos, y estos últimos pueden variar según el sujeto que lo pronuncie.
Un fonema puede dividirse conceptualmente en varios rasgos distintivos que se realizan simultáneamente.
En este sentido, un fonema puede ser representado por una familia o clase de equivalencia de sonidos (técnicamente denominados fonos), que los hablantes asocian a un sonido específico durante la producción o la percepción del habla.
Así por ejemplo en español el fonema /d/ [+ obstruyente, + alveolar, + sonoro] puede ser articulado como oclusiva [d] a principio de palabra o tras nasal o pausa larga, pero es pronunciado como aproximante [ð] entre vocales o entre vocal y líquida, así /dedo/ se pronuncia [deðo] donde el primer y tercer sonido difieren en el grado de obstrucción aunque son similares en una serie de rasgos (los propios del fonema).
Un sonido o fono se caracteriza por una serie de rasgos fonéticos y articulatorios.
La fonología en cambio no necesariamente trata entes claramente definibles en términos acústicos.
Como realidad mental o abstracta un fonema no tiene por qué tener todos los rasgos fonéticos especificados.
Por ejemplo, en diversas lenguas la aspiración es relevante para distinguir pares mínimos pero un fonema del español puede pronunciarse más o menos aspirado según el contexto y la variante lingüística del hablante pero en general para un fonema del español no está especificado el grado de aspiración.
En cambio, en lenguas como el chino mandarín o el coreano un fonema tiene predefinido el rasgo de aspiración.
Podemos decir que fonema es una unidad fonológica diferenciadora, indivisible linealmente y abstracta.
es un fonema que puede ser articulado como todo un conjunto de fonos
que asigna a cada fono o fonema el conjunto de rasgos relevantes.
Podemos aplicar las ideas anteriores a analizar los fonemas obstruyentes /b, d, g/ del español.
Como es sabido entre estas podemos distinguir una realización oclusiva y otra aproximante, por lo que podemos escribir:
Y si introducimos un conjunto de rasgos fonéticos relevantes como [+obstruyente], [+oclusivo], [+ aproximante], [+ labial], [+alveolar], [+velar], [-fricativo], [+sonoro], ... se tiene que:
Fijado un conjunto de rasgos fonéticos se pueden definir los sonidos de la lengua, en principio no hay límite para lo fina que pueda ser la distinción que establecen estos rasgos; potencialmente la lista de sonidos puede hacerse tan grande como se quiera si se incluyen más y más rasgos.
Noam Chomsky y Morris Halle establecieron una interpretación psicológica de los fonemas como unidades mentales.
Por ejemplo en la modalidad lingüística andaluza las secuencias /s+b/, /s+d/ y /s+g/ dan lugar a las fricativas sordas [ɸ], [θ] y [x] (estando el primer alófono ausente de otras variedades de español).
Los diversos idiomas varían considerablemente en el número de fonemas que tienen en sus sistemas (aunque la variación aparente a veces puede resultar de los diferentes enfoques adoptados por los lingüistas que realizan el análisis).
[3] El número de vocales fonémicamente distintas puede ser tan bajo como dos, como en el idioma ubijé y el arrente.
Algunos idiomas, como el francés, no tienen tono ni acentuación fonémica, mientras que el cantonés y varias de las lenguas kam-sui presentan nueve tonos, y se ha afirmado que una de las lenguas kru, el wobé, tiene 14,[4] aunque esto es disputado.
Algunos investigadores también disciernen la orientación, la expresión facial o articulación de la boca.
Al igual que con los idiomas hablados, cuando se combinan funciones, crean fonemas.
Por ejemplo, los signos de la lengua americana para el padre y la madre difieren mínimamente con respecto a la ubicación, mientras que la forma y el movimiento de las manos son idénticos; la ubicación es, por tanto, contrastiva.
Un chereme, como unidad básica de la comunicación por señas, es funcional y psicológicamente equivalente a los fonemas de las lenguas orales, y ha sido reemplazado por ese término en la literatura académica.
La cherología, como estudio de las unidades mínimas en el lenguaje, equivale a la fonología.
Sin embargo, la terminología de Stokoe se ha abandonado en gran medida.