Los cautivos tomados durante la guerra frecuentemente eran llevados a las ciudades-estado de sus captores donde serían torturados y sacrificados ritualmente.
Estas prácticas están documentadas mediante un rico material de evidencias iconográficas y arqueológicas en toda Mesoamérica.
Teniendo estos dos claros ejemplos de lugares donde se habían producido sacrificios humanos masivos, es muy poco probable que esto no pueda haber tenido lugar en el seno de la sociedad maya.
[2] Con eso en mente, hay otras posibles explicaciones que son usadas comúnmente entre los mayas.
Se trataba de una práctica social selectiva en la que los antepasados eran considerados un subconjunto de todos los fallecidos y eran los que validaban el poder político, el estatus y el acceso a los recursos.
[1] Se cree que, en su mayor parte, los guerreros no estaban enrolados en grandes ejércitos, sino que se asociaban en grupos más pequeños o partidas de pequeñas incursiones.
Durante este tiempo, no era raro que los vencedores de una batalla llevaran los cautivos a sus ciudades y los usaran para realizar sacrificios rituales.
[4] Esto muestra la importancia del sacrificio y la decapitación en la guerra como medio para recrear el renacimiento, en el Popol Vuh.
En la iconografía maya, estas cabezas generalmente están sujetas en posición vertical con los ojos abiertos y colgadas de un cinturón que se coloca en la parte baja de la espalda del portados.
Se ha estimado que este sitio estuvo activo desde aproximadamente el año 1000 hasta el 400 a. C. con extensos y elaborados enterramientos.
En particular en el cementerio 6, existen evidencias concluyentes de sacrificios humanos, donde estaban ubicadas, al menos, 12 víctimas desmembradas y tres posibles cabezas trofeo.
Sin embargo, encontrar un cuerpo en decúbito supino no significa necesariamente que el individuo haya sido víctima de sacrificios.
Se descubrió que muchos de los individuos eran hombres y la mayoría estaban acostados en decúbito supino.
La agrupación por edades y la ubicación del pozo han llevado a múltiples conclusiones sobre las razones detrás de estos sacrificios humanos.
Estos maxilares se llevaban principalmente alrededor del brazo, generalmente en los bíceps de los soldados.