Toma de Talcahuano
[6] Por último, consiguieron un préstamo del párroco de Castro, Francisco Javier Venegas, por 5.400 pesos.[26] En Valdivia se sumaron 600 infantes, 100 artilleros y 12 cañones, llevando al ejército a 2.070 plazas disponibles.En Valdivia se le habrían sumado 350 infantes y 50 artilleros, alcanzando un total que podía llegar a 1.450 o 1.500 hombres.[31] Esperaban poder resistir lo suficiente para que se reunieran las milicias de la provincia,[32] cinco o seis mil efectivos, y llegaran los auxilios desde Santiago.[18] Se puso en aviso a la guarnición de Talcahuano, compuesta por 150 patriotas,[40][41] principalmente artilleros con algunos dragones veteranos.[40] A las 21:30 apareció Santiago Fernández, secretario del intendente-gobernador de Concepción, coronel Pedro José Benavente Roa.[18] Sin embargo, en medio del caos el teniente Vargas desertó y dio información a las autoridades de Concepción.De la Sotta no sabía de ese hecho, sólo se encontró en Talcahuano con el intendente realista Vergara con tres o cuatro cartas para Benavente, el cabildo y la jerarquía eclesiástica exigiendo la rendición.[44] A las 14:00 horas del 27 de marzo, los 1.100 monárquicos y los 10 cañones que estaban en tierra se pusieron en marcha hacia Talcahuano.[43] Según Barros Arana, si todas las fuerzas patriotas se hubieran organizado para un contraataque en aquella jornada, la división realista habría sido vencida irremediablemente,[2] o dejar a los monárquicos atacar las posiciones y luego atraparlos entre éstas y los refuerzos llegados de Concepción, pero nada se hizo.[25] Fue entonces que la columna realista sufrió el fuego de los cañones de Serrano,[43] apostados en los cerros alrededor del puerto y cuyo fuego era nutrido pero poco desordenado y poco dañino,[42] aunque tomó por sorpresa a los soldados, que cargaron tres veces en forma desordenada, pero fueron rechazados.[1] Las tropas defensoras estaban agotadas de resistir en inferioridad numérica los ataques lanzados desde diversos puntos, mientras veían a los refuerzos venidos de Concepción y dirigidos por el coronel Ramón Jiménez Navia, observar el combate a lo lejos sin intervenir.[4] Aún contaban con 800 infantes veteranos, dragones y milicianos apoyados por 7 cañones de poco calibre, pero estaban solos para defender la ciudad.El gobernador había enviado numerosas cartas a los partidos de la provincia ordenando movilizar milicias pero eso tomaría demasiado tiempo.[50] A las 21:00 horas, con todos los vecinos notables reunidos en la sala principal del palacio se leyó la carta de Pareja.[55] Por eso, durante esa noche fue enviado a Santiago el ministro tesorero interino, José Jiménez Tendillo, con un tesoro de 36.000 pesos.Algunos propusieron resistir hasta el final, pero la mayoría fue más sensata y se resolvió retirarse al interior de la provincia para luchar desde allí.Sus soldados siguieron el ejemplo y redujeron a culatazos al capitán Juan José Benavente, único oficial que se opuso, y proclamando que sólo reconocían como jefe a Jiménez Navia.De la Sotta fue amenazado con fusiles y debió huir al norte sufriendo algunos tiros fallidos.[57][56] Otras fuentes dicen que Eleícegui y sus 6 a 8 dragones aún fieles se volvieron la escolta de Jiménez Tendillo.[66] El brigadier también envió bandos proclamando amnistías generales para todas las subdelegaciones que se sometieran sin luchar, pero al contrario del Laja, en la costa sureña sólo obtuvo indiferencia.En una ceremonia pública se leyó y juró lealtad a la Constitución española de 1812.[71] Para reforzar su expedición, el brigadier necesitaba el dinero que se llevó Jiménez Tendillo, enviando en cuanto entró a Concepción al teniente coronel Melchor Carabajal con 30 dragones y milicianos de Quirihue para atraparlo.[73] Estos se usaron para reorganizar al ejército vencedor, nombrar subdelegados para los partidos de la provincia y reunir e instruir milicias.