Probablemente escrito entre 27 y 23 a. C., es la única fuente contemporánea importante sobre arquitectura clásica que ha sobrevivido.
El Liber de rebus in administratione sua gestis del abad Suger fue un documento arquitectónico que surgió con la arquitectura gótica.
El abad Suger escribió Liber de rebus in administratione sua gestis, un documento arquitectónico que emergió con la arquitectura gótica.
Según Alberti, la buena arquitectura se valida a través de la tríada vitruviana (firmeza, utilidad y belleza).
Así se acuñó el término neoclasicismo, usado por ejemplo en los escritos del crítico de arte prusiano Johann Joachim Winckelmann, para designar la arquitectura del siglo XVIII, la cual buscaba en estos precedentes clásicos inspiración para el diseño de edificios.
[10] Los teóricos arquitectónicos más importantes de la Ilustración son Julien-David Le Roy, el abad Marc-Antoine Laugier, Giovanni Battista Piranesi, Robert Adam, James Stuart, Georg Friedrich Hegel[11] y Nicholas Revett.
En el continente europeo, las teorías de Viollet-le-Duc y Gottfried Semper proporcionaron el trampolín para una vitalidad enorme del pensamiento dedicado a la innovación arquitectónica y a la renovación del concepto de estilo.
Semper en particular tuvo una gran repercusión internacional, en Alemania, Inglaterra, Suiza, Austria, Bohemia, Francia, Italia y los Estados Unidos.
La generación nacida a mediados del siglo XIX quedó cautivada en gran medida por las oportunidades presentadas por la combinación Semper de historia y metodolgía.
Entre los realistas arquitectónicos más activos estuvieron: Georg Heuser, Rudolf Redtenbacher, Constantin Lipsius, Hans Auer, Paul Sédille, Lawrence Harvey, Otto Wagner y Richard Streiter.
El Movimiento Moderno rehusó estos pensamientos y Le Corbusier rechazó enérgicamente esta obra.
El libro es a menudo citado anacrónicamente hoy como un vehículo para la crítica del Movimiento Moderno.
En Viena la idea de una arquitectura moderna radicalmente nueva tuvo muchos teóricos y defensores.
Walter Gropius, Ludwig Mies van der Rohe y Le Corbusier sentaron las bases teóricas del Estilo Internacional, cuyo objetivo era utilizar la arquitectura industrializada para remodelar la sociedad.
Frank Lloyd Wright, aunque moderno por rechazar los revivals historicistas, fue original en su teoría, que plasmó en copiosos escritos.
Wright era más poético y mantenía firmemente la visión decimonónica del artista creador como genio único.
En el discurso arquitectónico contemporáneo, la teoría se ha preocupado más por su posición dentro de la cultura en general, y del pensamiento en particular.
Los intereses por la fragmentación y la arquitectura como objeto efímero han afectado aún más a este pensamiento (por ejemplo, la preocupación por emplear alta tecnología), pero también se han vinculado a preocupaciones generales como la ecología, los medios de comunicación de masas y el economicismo.
Una de estas tendencias es la biomímesis, que consiste en buscar en la naturaleza, sus patrones, sistemas, procesos y elementos, imitación o inspiración para resolver problemas humanos.
Sin embargo, es demasiado pronto para saber si alguna de estas exploraciones tendrá un impacto generalizado o duradero en la arquitectura.