Este procedimiento se usa para generar nuevas ideas para el diseño del edificio, estimular el debate público, generar publicidad al proyecto y permitir a los nuevos diseñadores una oportunidad de ganar protagonismo.
[1] Ganar el primer premio en un concurso no garantiza que se construya ese proyecto.
El organizador tiene a menudo derecho de veto sobre el diseño ganador y tanto los requisitos como las finanzas pueden cambiar, modificando la intención original.
[2] En el siglo XIX hubo más de 2500 concursos en Inglaterra e Irlanda en cinco décadas, con 362 solo en Londres.
[11][12] En Francia los concursos de arquitectura son obligatorios para todos los edificios públicos que superan un coste determinado.