Taquideografía
La taquideografía es un sistema de escritura estenográfica fonética-ideológica inventado por Manuel Lesteiro en 1952 que destaca por su velocidad superior, una absoluta legibilidad y las ventajas pedagógicas que supone su adaptación específica a los procesos psicofísicos de escritura y lectura.[1] Mientras que las matemáticas han abandonado la numeración romana y han alcanzado un grado avanzado de abstracción en la representación de las operaciones complejas, el lenguaje se sigue codificando letra a letra como en la Antigüedad, ateniéndose a una serie de ataduras fonéticas que ralentizan su escritura y traban su asimilación.[7] Si la palabra es un señalamiento a la cosa y la escritura es un señalamiento a la palabra, y por lo tanto implica un doble rodeo para designar a la cosa, la solución para obtener una plasmación de la realidad más perfecta, rápida y duradera que el lenguaje hablado pasa por emplear breves figuras de superior capacidad expresiva para ofrecer una visión directa de ideas en sí o palabras concebidas como simples unidades, sin depender del sonido como intermediario.La taquideografía, en cambio, es capaz de reproducir mediante rápidos signos esa imagen metafórica de la hora tal como la ha captado la vista en el carillón, haciendo posible que la lectura se equipare prácticamente a la inmediatez de la visión gracias a que los conjuntos taquideográficos no requieren más que una atención focal, puntual, adecuada a la sensación óptica, mientras que la escritura ordinaria es esclava del fonetismo y exige una atención extensa, longitudinal, no adaptada a las características del órgano receptor.[10] La taquideografía persigue el propósito de escribir a la velocidad del habla y leer con facilidad lo escrito.[16] Conviven de este modo la supresión vocálica como norma general y, como alternativa excepcional, un procedimiento de vocalización interpunteada para aquellos casos en que la estructura consonántica de una palabra se pueda prestar a confusión o en que sea menester escribir detalladamente palabras de uso poco frecuente o nombres propios, en cuyo caso es suficiente añadir al taquigrama los puntos o guiones correspondientes a las vocales implícitas, tal como en la escritura convencional se añaden los acentos.[17] Son sonidos-letra que funcionan en el plano fonético de la escritura taquideográfica.Consisten en un signo, ya sea puro o modificado por aros, lazos u otras reglas orgánicas de combinación intrínseca, mediante el que se representa una determinada palabra.Un mismo signo puede equivaler a tres logogramas distintos, según se sitúe con respecto al renglón.[22] Son ideas-letra que funcionan en el plano intelectual de la escritura taquideográfica.[22] Por ejemplo, la idea “poner” cubre una vasta área de significación con sus derivados “disponer”, “exponer”, “suponer”, “proponer”, “componer”, “descomponer”, etc, que el signo (Pa), simple o modificado, puede representar como ideograma original y derivados, tal como el pensamiento los forma.