Sin embargo, se han creado sillas de montar especializadas para bueyes, camellos y otros animales.
Estos se sujetaban con un pretal que incluía collar de pecho y baticola.
Montados sobre esta silla, los guerreros podían luchar en forma más efectiva, ya que disminuían las caídas de los caballos.
Los escitas también desarrollaron una silla de montar temprana que incluía adornos acolchados y decorativos.
[5] Aunque no tenían un árbol sólido ni estribos, estas primeras sillas y almohadillas sin árboles brindaban protección y comodidad al jinete, con un ligero aumento en la seguridad.
Las sillas más antiguas que se conservan corresponden al siglo XIII.
[9] Debajo de la silla se suele colocar una gualdrapa, alfombra o pelero.
Fijados a la silla de montar, permiten una mayor comodidad, tanto para la cabalgadura como para el jinete.