Durante su breve existencia, la Segunda República no logró establecer un régimen estable.
La sociedad griega permanecía profundamente dividida desde el llamado «cisma nacional» en 1916, durante la Primera Guerra Mundial, cuando el país había quedado separada en dos Gobiernos hasta junio de 1917: el de la monarquía en Atenas y otro republicano de «Defensa Nacional» en Salónica.
En la posguerra, el Partido Liberal (Komma Fileleftheron) del presidente republicano Eleftherios Venizelos se enfrentaba a los monárquicos del Partido Popular (Laiko Komma), partidarios del rey Constantino I, quienes se negaban a reconocer la legitimidad de la República.
La polarización de la vida política alcanzaba a toda la sociedad y se traducía en conflictos sociales y culturales que iban del uso del idioma griego a la elección de los estilos arquitectónicos.
A esa importante fractura social se añadía el papel político desestabilizador de las Fuerzas Armadas, que intentaron varios golpes de Estado.