Al estallar la Primera Guerra Mundial, la economía griega estaba en un estado preocupante y Atenas buscaba empréstitos en el extranjero.
El soberano griego le comunicó su intención de no participar en una nueva contienda.
Constantino se mantuvo firme y decidió que el país no entrase en guerra, pese a la presión del emperador alemán.
[6] En un principio Constantino y Venizelos abogaron por que el país se mantuviese neutral en la guerra mundial, aunque por razones diferentes.
Venizelos rechazó entregarle al país vecino tierras tracias (Kavala se hallaba en disputa entre las dos naciones) —como le había solicitado la Entente—, sin obtener garantías de que Grecia lograría a cambio la comarca anatolia de Esmirna.
Como en el caso de las guerras balcánicas, era reacio a declarar la guerra al Imperio otomano, por la suerte que pudiese correr en tal caso la abundante población de lengua griega del imperio.
El Estado Mayor tampoco deseaba tener que retirar tropas de la frontera búlgara para participar en la operación contra los otomanos.
Pese a todo, Venizelos seguía influyendo en la política nacional y en la diplomacia griega incluso apartado del poder.
Mientras, la Entente firmó con Italia el Tratado de Londres, cuyos compromisos eran incompatibles con las promesas hechas a Grecia.
Venizelos hizo hincapié en la necesidad de auxiliar al país vecino; según él, los 150 000 soldados franco-británicos podrían proporcionar este socorro mejor que las tropas griegas.
Aunque logró derrotar al Gobierno de Aléxandros Zaimis, el rey decidió no encargarle a Venizelos la formación del nuevo gabinete que debía sustituir al de Zaimis.
[13] Constantino disolvió las Cortes y convocó elecciones para diciembre, en las que los partidarios del rey obtuvieron una amplia mayoría al decidir Venizelos no participar en ellas.
[cita requerida] Militares franceses destacados en Atenas y Salónica estudiaban dar un golpe de mano que eliminase al rey.
El presidente del Consejo de Ministros francés Aristide Briand le dio su beneplácito y la flota del almirante Dartige du Fournet recibió orden de poner rumbo a Atenas para coadyuvar en el golpe venizelista.
El Reino Unido, por boca del mismísimo rey Jorge V, y también Rusia e Italia, expresaron su oposición a la maniobra francesa.
Por ello Francia se limitó a presentar una nota diplomática en la que exigía la desmovilización de las unidades griegas y la celebración de nuevas elecciones; el Gobierno griego aceptó el ultimátum francés.
El 27 del mes los venizelistas reunieron en Atenas cincuenta mil personas; los realistas respondieron organizando una manifestación equivalente dos días más tarde.
Además, el Reino Unido deseaba retirar sus fuerzas de Salónica para emplearlas en Palestina.
En consecuencia, en mayo se nombró a Charles Jonnart alto comisario aliado en Atenas, con la misión de acabar con la división gubernamental griega.
[29] A principios de junio quedó claro que la reconciliación entre el soberano y Venizelos era ya imposible.
Por lo tanto, los Aliados decidieron derrocar a Constantino y consultar con Venizelos sobre quién debía sucederlo en el trono griego.
[30] El 11 junio Charles Jonnart presentó al primer ministro Aléxandros Zaimis la nota donde los Aliados exigían la abdicación de Constantino.