Ganaron influencia durante el Gran Interregno generado por la muerte de Iván IV (1584).[2] Pedro se impuso a ambos zares (el mismo e Iván V), en 1689, e inició un reinado marcado por la modernización de Rusia, que impulsó la colonización territorial y la fundación de San Petersburgo.El Trono volvió a los Románov con la hija de Pedro I, la zarina Isabel (1741).Pablo murió asesinado en una conspiración encabezaba por su hijo, el Príncipe Constantino[cita requerida] en 1801.[3] Nicolás II tenía una personalidad débil y no estaba preparado para su futuro puesto como zar.[3] Nicolás no tenía anticipado tal cambio en Rusia y siempre reaccionaba bajo presión de los eventos, demasiado tarde, o torpemente.Además, era consciente del principio santo de su misión y que siempre defendería la monarquía cuando las concesiones fueran inevitables.Murieron miles de personas tiroteadas en esa masacre; por eso se le llama Domingo Sangriento.[3] El gobierno de Aleksandr Kérenski inicialmente retuvo a la familia imperial bajo arresto domiciliario en su palacio.Su único hijo varón, el príncipe Vladimiro Kirílovich de Rusia, murió en Miami en 1991.Nicolás II había abdicado en marzo del año anterior tras la Revolución de Febrero.[4] Aquella madrugada del 18 de julio, temiendo que el Ejército Blanco fiel al zar intentara liberarlo, el Sóviet de los Urales que los tiene cautivos fusila a toda la familia y a sus cuatro sirvientes.Al parecer, los verdugos tenían instrucciones de mutilar y esconder los cuerpos para que no pudieran ser reconocidos.«Las muestras estaban gravemente descompuestas y mostraban signos que pueden explicarse por agresión química» como ácido sulfúrico.La otra persona es una chica de entre 15 y 19 años con un ADN mitocondrial igual al de la zarina y sus otras tres hijas halladas en 1991: tanto podría ser Anastasia —que tenía 17 años— como María — que tenía 19.