Realismo volitivo

Por este entendemos aquella posición filosófica para la que el ser, la realidad radical son las cosas del entorno, los entes trascendentes que nos circundan (vertiente metafísica del realismo), siendo lo conocido por el sujeto mera copia o re-presentación de tales cosas o entes (vertiente gnoseológica del realismo).El realismo así concebido se opone al idealismo.El realismo volitivo concibe la conciencia dinámicamente, no tanto como ámbito de contenidos cognoscitivos pasivamente recibidos (conciencia como res cogitans), sino más bien como haz de impulsos y tendencias, como voluntad o esfuerzo originario al que se opone la realidad exterior en forma de obstáculo o resistencia (conciencia como res volens).Este encuentro o choque solo es posible merced al tacto en movimiento, sentido háptico que se erige así en el genuino medio para el descubrimiento y constitución del mundo, del ser y de la realidad.El realismo volitivo es así también una respuesta al problema filosófico clásico del conocimiento y “demostración” de la existencia del mundo externo, problema que surge en la Filosofía moderna al fijar el punto de arranque de la reflexión filosófica en la conciencia y sus contenidos.El sujeto es originariamente un ser que quiere, y el querer es ante todo tender, esforzarse, proyectarse en pos de lo querido; y comoquiera que esa tendencia, ese esfuerzo, esa proyección no logran siempre su objetivo (al querer del yo se opone a menudo el resistir del no-yo), surge en la conciencia, de forma explícita e inequívoca, el sentimiento del obstáculo, de la resistencia, y en ese sentimiento se abre, se alumbra para el sujeto un nuevo horizonte, el horizonte de una nueva realidad, la realidad del mundo externo, material e independiente.En virtud de este mecanismo de descubrimiento, lo real deviene así para el sujeto esencialmente en tactilidad (y más precisamente aún, en palpabilidad), identificándose, por tanto, plenamente lo real material y lo palpable.Según piensa Condillac, mientras la estatua se halle privada del sentido del tacto, carecerá por entero de conciencia alguna de lo ajeno, aprehendiéndose tan solo a sí misma como pura subjetividad sintiente, caracterizada diferentemente, según la índole sensorial de que en cada caso se trate (olor, en unos casos; sonido, en otros; unas veces, sabor; otras, luz y color).Originario descubridor y maestro educador: he ahí, pues, los dos atributos más característicos y definitorios de que, a juicio de Condillac, se halla revestido el sentido del tacto [↓A].La solución aportada por Condillac al problema del conocimiento del mundo externo pronto se reveló como una teoría atractiva, fecunda y llena de posibilidades y de desarrollos nuevos.Es lo que explícitamente pone de manifiesto al resumir su pensamiento en los siguientes términos: .A su vez, Fichte (1762-1814) y Schopenhauer (1788-1860), soslayando el enfoque psicologista de los análisis precedentes, acentuarán la orientación metafísica y moral de la relación sujeto volente - objeto resistente, hasta el punto de que en Fichte podemos incluso hallar una prueba "moral" de la existencia del mundo externo, esto es, la idea de que este es definible en definitiva como la resistencia que se opone a la infinita, a la absoluta aspiración moral del Yo.No obstante, es Wilhelm Dilthey (1833-1911) quien ofrece del realismo volitivo una expresión más plena y acabada.Ahora bien, no se trata en Dilthey de un fenomenismo estrecho, restringido a un ámbito meramente mental o intelectual; se trata más bien de un fenomenismo vital, en el que la dimensión impulsiva y volitiva del sujeto adquiere el papel preponderante.Así, la creencia espontánea en la res, en la existencia de un mundo ajeno y trascendente, cabe ser explicada, no por una conexión mental, racional (como había sido el caso, por ejemplo, de Descartes, Locke o Berkeley), sino por una conexión vital, de vida, que se da en el impulso, en la voluntad y en el sentimiento.Según esto, por tanto, propiamente, no se conoce la existencia, el “ser-ahí” de la realidad (se conocen solo sus cualidades o atributos, esto es, su esencia).Tal existencia es solo aprehensible, vivenciable volitivamente, como ámbito que resiste a la fuerza impulsiva, tendencial del sujeto [↓E].Martínez-Liébana (1958) es, sin duda, uno de los más destacados representantes del realismo volitivo en la actualidad.Los conceptos, categorías, supuestos, modelos, etcétera de esta Metafísica revelan palmariamente su sesgo visual.En este sentido, son de destacar sus interesantes aportaciones relativas a la constitución y configuración táctil del mundo,[3]​ constitución y configuración que él traza en permanente contraste con la determinada por la aprehensión visual.De ahí, precisamente, que podamos calificar a Martínez-Liébana con toda propiedad como “filósofo del tacto” [↓F].Condillac Háptica Idealismo Martínez-Liébana, Ismael Metafísica Ontología Realismo filosófico Tacto Teoría del conocimiento Voluntad ↑A.• MARTÍNEZ-LIÉBANA, Ismael, “El sistema braille o de la palabra “digital” a la inteligencia táctil.Contribuciones a la fundamentación de una metafísica volitivotáctil” (conferencia), en: Intersemiótica y traducción.Traducción y signos no lingüísticos, Diputación provincial de Soria.
Etienne Bonnot de Condillac (1715-1780): De la inmanencia a la trascendencia a través del sentido del tacto.
Ismael Martínez-Liébana (1958): Filosofía del tacto y Ontología volitivotáctil.