Francisco Primo de Verdad y Ramos

Esta medida, como muchas otras implementadas por el funcionario real, obedecían al deseo reformista del rey Carlos III de España.Ante la conmoción provocada por aquellos sucesos, que suponían la ausencia de un monarca legítimo en todos los territorios del Imperio Español, y por reclamo popular, el Ayuntamiento presionó al virrey José de Iturrigaray a que siguiese gobernando, rechazando las abdicaciones y desconociendo a todo funcionario que llegase de España.No obstante se suscitó durante las reuniones una profunda división entre aquellos autonomistas que se decantaban por el gobierno autónomo del virreinato en la ausencia del verdadero rey de España (en su mayoría criollos), y aquellos (en su mayoría peninsulares) que optaban por obedecer a la autoridad de la Junta de Sevilla, misma que se había formado en la ciudad española para gobernar todo el imperio en ausencia del rey.Un siglo después, se colocó una lápida en el lugar de su encierro.Su nombre se encuentra inscrito, en letras doradas, en la Rotonda de los Jaliscienses ilustres.
Estatua de Primo de Verdad en el Paseo de la Reforma, Ciudad de México.