Ese mismo año se produjo una bajada en los precios del petróleo provocada por los Estados Unidos y las monarquías árabes que privó a la URSS de importantes ingresos.
Para John Swift, profesor en el St Martin's College, dos problemas irresolubles impidieron a Gorbachov tener éxito en sus reformas: La crisis económica y la cuestión de las nacionalidades.
Jean Meyer, geógrafo e historiador franco-mexicano, divide el gobierno de Gorbachov en tres etapas: Entre 1985 y 1987, definida como "deshielo".
Meyer afirma sobre la pugna entre Gorbachov y Yeltsin: «El régimen cayó solo tras una larga serie de luchas palaciegas en la mejor tradición e intrigas del Kremlin»[41].
El historiador ruso Vladislav Zubok, profesor en la London School of Economics, señala en su libro Un imperio fallido: La Unión Soviética durante la Guerra Fría (2008), que Gorbachov, al contrario que líderes soviéticos anteriores como Stalin, no sentía hostilidad hacia la cultura de Occidente, defendía la honestidad en las Relaciones Internacionales e incluso llegó a entablar amistad personal con algunos líderes occidentales[42].
[76][nota 3] Esa misma tarde estaba programada la transferencia del código nuclear a Yeltsin como último acto oficial de Gorbachov.
Vladímir Putin calificaría el final de la URSS, años después, como «la catástrofe geopolítica más grande del siglo XX»[nota 4][79].
La ley, que estableció estándares rigurosos para la campaña justa y los procedimientos electorales, fue aclamada por los analistas internacionales como un paso importante hacia la democratización del país.
Este acuerdo, y los recuerdos de la confrontación violenta del parlamento anterior con las fuerzas gubernamentales, tuvieron algún efecto en suavizar la retórica política durante los siguientes dos años.
[89] Los diputados de la Duma Estatal trabajan a tiempo completo en sus deberes legislativos; no se les permite servir simultáneamente en legislaturas locales ni ocupar cargos gubernamentales.
Esa reorganización incluía tomar control efectivo de todo el arsenal nuclear, parcialmente diseminado por territorios que en ese momento ya eran países independientes[94].
[109] Las sucesivas ampliaciones de la UE y la OTAN hacia el este preocuparon al Kremlin por considerar que eran contrarias a los intereses nacionales rusos.
En 1995, Rusia y Ucrania firmaron un acuerdo para que la Flota del Mar Negro rusa pudiese permanecer atracada en el puerto de Sebastopol en Crimea.
Como ya se dijo, la política económica consistió en la aplicación de recetas liberales[1] aunque no produjo los resultados inmediatos esperados pues los oligarcas comenzaron a sacar capitales del país, dejando sin recursos al Estado.
Putin diría con posterioridad sobre Yeltsin que fue un hombre con problemas como el alcoholismo, pero también tuvo sus fortalezas y nunca eludió sus responsabilidades de gobierno[nota 7][141].
Putin consiguió suficientes apoyos para sacar adelante su reforma fiscal, que perseguía mejorar la recaudación mediante una reducción de impuestos.
[177] El Estado se hace cargo de la educación y la sanidad al estar garantizados, lo que algunos analistas consideran como un nuevo pacto social[166].
Villanueva afirma: «Rusia no está en condiciones -ni pretende como la URSS de los últimos años- contrapesar cada acción estadounidense a nivel global o cada nuevo despliegue.
Además Alemania negó la certificación de gasoducto ruso-alemán Nord Stream 2 —que tarde o temprano perjudicaría a Ucrania—, cuya construcción finalizó en 2021 pero que aún no había entrado en funcionamiento.
(...) Un miembro del gabinete me dijo que cuando Putin vio a Mubarak entre rejas se puso muy nervioso, vociferando, fuera de sus casillas.
Dicha participación respondía a solicitudes por parte del presidente sirio Bashar Al Asad para socorrer el esfuerzo bélico de su gobierno.
El descenso de la población es especialmente acusado entre los eslavos cristianos ortodoxos, quienes podrían ser minoría en más regiones del país frente a musulmanes o budistas.
[301] El periodista y analista político estadounidense Robert D. Kaplan en su obra La venganza de la geografía (2012) desarrolla las siguientes consideraciones geopolíticas sobre Rusia: Es la mayor potencia continental del mundo al extenderse 170 grados.
Vasta en un orden que casi alcanza los dieciséis millones de kilómetros cuadrados y once husos horarios; es el país más grande del mundo.
En la actualidad, el viejo espacio postsoviético se organizaría de la siguiente manera: Los países Prooccidente serían, Polonia, Estonia, Letonia, Lituania, Chequia, Eslovaquia, Hungría, Rumanía y Bulgaria[313].
Estos medios no solo emitirían en inglés y en ruso, sino en todas aquellas lenguas donde se desee crear entre la población local una opinión favorable a los intereses de Moscú, como en Alemania, Chequia o Eslovaquia[108].
Este acontecimiento tuvo importancia simbólica ya que el país volvía a mostrar unas intenciones menos europeas y más orientales[320].
[344] Los historiadores argentinos Carlos Fernández Pardo y Carlos Hutschenreuter dan la razón a los historiadores italianos cuando afirman en su libro El roble y la estepa (2017): «No se equivocan en su enfoque estos investigadores cuando consideran que el destino de las naciones parece estar más influenciado por su posición geográfica que por la dirección ideológica de los gobiernos»[345].
Las repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania), que consideran su pertenencia a la Unión Soviética como ocupación ilegal, decidieron no participar.
El nombre del exclave proviene de los pueblos Sankovo y Medvezhye, que existían en esta zona durante la época soviética.