[1] Esto se debe en parte a los huesos increíblemente gruesos y densos de este animal, junto con su gran tamaño.
Sin embargo, la ecología de la especie sigue siendo en gran parte un misterio.
Según los fósiles, probablemente era un habitante de aguas poco profundas que se movía lentamente.
Todos los huesos, que representan un individuo singular (MUSM 3248), han sido recolectados del Miembro Yumaque de la Formación Paracas.
[2] El hueso innominado de Perucetus está muy reducido pero aún conserva un acetábulo bien desarrollado, una condición considerada como ancestral entre los cetáceos.
La paquiosteosclerosis y el incremento asociado de la masa ósea (BMI, por sus siglas en inglés) es conocido en varios otros mamíferos marinos como los sirenios y en algunos otros basilosáuridos — particularmente, los miembros de la subfamilia Pachycetinae — pero ningún cetáceo se aproxima a los niveles de BMI vistos en Perucetus.
Los canales vasculares que penetran el hueso son estrechos, lo cual no solo indica la madurez del animal sino que evidencian más la naturaleza ya densa de sus huesos.
Bianucci y colaboradores señalaron las dificultades para determinar el peso de los basilosáuridos.
Ellos sugieren que el incremento de la masa del esquelético pudo haber sido compensado al tener grandes cantidades de grasa, la cual es menos densa que otros tejidos blandos.
Dado su tamaño y peso, Perucetus puede haber resistido las olas rompientes en las aguas más turbulentas, algo también inferido para la vaca marina de Steller que igualmente era boyante.
Parece más probable que Perucetus se alimentara de moluscos, crustáceos y otros animales en el fondo marino, ya fuera mediante succión o mediante la filtración de los mismos.
En todo caso, hasta que se hallen mejores restos, la ecología precisa de Perucetus permanecerá desconocida.