Las ballenas adultas tienen tantas rémoras y cicatrices blancuzcas que el color gris original casi se pierde.
La larga boca parece partir de la cabeza en dos y se curva un poco hacia arriba.
Remueven el fango con su hocico y lo absorben junto con el alimento; a continuación expulsan el agua lodosa empujando la lengua contra las barbas o ballenas de la boca.
Estas consisten en unas láminas cortas, erizadas y de color amarillo que cuelgan del borde de la mandíbula superior; están situadas en el lugar donde estarían emplazados los dientes en otros mamíferos y actúan como un colador.
Los machos pueden aparearse con varias hembras y no parece que desempeñen ningún papel en el cuidado de las crías.
[5] Incluso un pequeño número de muertes femeninas anuales adicionales tiende a que la subpoblación decline.
La ballena gris se creía extinta en el Atlántico Norte en el siglo XVIII, como se demostró por datación por radiación de carbono de restos costeros fósiles o subfósiles en Bélgica, Países Bajos, Suecia y el Reino Unido, por causas no confirmadas aunque posiblemente la caza de que era objeto influiría en su desaparición.
[8] Se ha especulado que esta ballena hubiese cruzado desde el Pacífico al Atlántico a través del Paso del Noroeste, ya que las rutas alternativas a través del Canal de Panamá o el Cabo de Hornos no son contiguas al área establecido a esta ballena.
Desde aquella fecha, las poblaciones de ballena gris han experimentado gran recuperación debido a su protección, hasta alcanzar una cifra que oscila entre los 21 000 a 23 000 individuos en la década de 1990; sin embargo, la población del océano Pacífico occidental sigue estando muy reducida y esta especie sigue estando considerada como una especie amenazada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN).