Durante las aproximadamente nueve semanas que duró la actividad del Comité Central de Milicias Antifascistas, este organismo se erigió en símbolo del poder revolucionario en Cataluña, dirigiendo a centenares de comités locales semiautónomos y llevando a cabo una severa represión sobre aquellos considerados desafectos al proceso revolucionario que se desarrollaba en la zona republicana.
Sus habitantes quedaron sin hogar, teniendo que buscar refugio en pueblos vecinos y montes cercanos.
Los profesores fueron obligados a abandonar la ciudad y los seminaristas no nacidos en Cataluña estuvieron recluidos bajo la vigilancia de los comisarios.
El clima durante las primeras semanas tras el fracaso del alzamiento en Barcelona se tornó extremadamente duro para los maristas, con detenciones y ejecuciones sumarias.
Era difícil obtener pasaportes y visados, especialmente si los destinatarios de los mismos eran religiosos o cercanos a alguna congregación.
Se recurrió para la obtención de salvoconductos al consulado francés, por ser la Institución Marista de origen francés, así como a los consulados del Reino Unido, Italia y Alemania, con resultados infructuosos.
Los salvoconductos entregados por distintas instituciones fueron en muchas ocasiones inútiles para la protección de las personas perseguidas.
Como ejemplo, Baudillo Nozal y Gerardo Vergara, enfermeros en el colegio-hospital de Lérida, recibieron un salvoconducto emitido por el propio hospital para trasladarse con sus familiares a Barcelona.
A continuación se listan diversas ejecuciones que tuvieron lugar durante ese periodo.
Ambos se encontraban refugiados en casa de una viuda vecina del colegio marista.
Se encontraban refugiados en casa de una familia frente al colegio en la calle del Temple, en Badalona.
La oferta fue aceptada por los comités involucrados y la mitad del dinero fue entregado por Alexis Pierre Frily, encargado de las finanzas maristas en España, prometiéndose el pago del resto al finalizar el exilio de los maristas.
Los delegados de los maristas lograron hacer llegar la noticia a los miembros de la Institución que se encontraban ocultos o refugiados por toda la geografía catalana, también incluso más al sur, en Valencia, Alicante y Murcia.
A todos los menores se les permitió el paso por los comités y los guardias fronterizos franceses.
Todos aquellos que acudieron al embarque fueron encerrados en el barco y se prohibió la salida del mismo.
Una vez llegado el avión a Barcelona con los 100.000 francos restantes, el comité dirigido por Manuel Escorza incuató el dinero traído por Émile Aragou, toda su documentación y salvoconductos y fue retenido en el calabozo del Centro de las Juventudes Libertarias, para ser posteriormente llevado a la cárcel Modelo de Barcelona, tras la intervención del consulado francés.
La noche del 8 de octubre, los patrulleros sacaron a cuarenta y seis maristas.
También fueron ejecutados esa noche aquellos que participaron en las negociaciones con los comités: Trifón Lacunza, Lucio Izquierdo y el Superior Provincial de la congregación.
Entre los encarcelados no ejecutados aquella primera noche se encontraba Pedro Soler, hermano de un teniente de los Mozos de Escuadra, Esteve Soler, que pensaba que su hermano había logrado exiliarse y que se encontraba en alta mar rumbo a Francia.
En cuanto al resto, se decretó para ellos prisión provisional por un delito de rebelión militar.
Distintos abogados y consulados se movilizaron en Barcelona para lograr evitar la condena a muerte de los encarcelados e intentar que finalmente fueran liberados.