Patrullas de Control

En cada barrio de Barcelona, y en muchos pueblos, se crearon comités que gestionaban sus propias milicias locales, y que incluso se coordinaban para ir al Frente.

En el asalto al Cuartel de San Andrés se habían tomado 30.000 fusiles que ahora estaban por toda la ciudad.

Las Patrullas de Control dependían del Comité de Investigación del CCMA, dirigido por Aurelio Fernández (FAI) y Salvador González Albadalejo (PSUC).

La estructura estaba dividida en once secciones territoriales, además de las patrullas del puerto, ferroviarias.

El principal centro detención se encontraba en la ex-convento de San Elías, al pie del Tibidabo.

[1]​ Las Patrullas fueron obra del Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, y fueron impulsadas por la CNT y la FAI, y luego apoyadas por el resto de organizaciones del Frente Popular para acabar con el caos violento en que se encontraba Barcelona.

En estos primeros meses existían milicias propias de cada organización política o sindicato.

Sin embargo, los historiadores más críticos con el bando republicano consideran que las Patrullas se dedicaron a perpetrar asesinatos del modo más arbitrario, siendo militares, empresarios y sacerdotes sus principales víctimas.

Las voces críticas contra las Patrullas de Control aumentaron a medida que la Generalidad y el PSUC tomaban una mayor posición de control sobre los anarquistas.

A menudo se equiparaba interesadamente las Patrullas con los grupos armados de la CNT y la FAI.

Además de Aiguader, que es quien la preside, participan Miquel Guinart y Joan Pons Garlandí, por ERC; Vicente Gil Mata y Dionisio Eroles por CNT; Rafael Vidiella Franch y Joaquín Olaso por el PSUC; Josep Coll por el POUM; Cristóbal Rebull por la Unió de Rabassaires y Aurelio Fernández, de la CNT, como secretario general de la Junta.

El consejero de seguridad interior siguió siendo Artemi Aiguader.

Eusebio Rodríguez Salas fue nombrado Comisario General de Orden Público.

La tensión producía enfrentamientos, y a la vez, represión, venganzas y ajustes de cuentas que crispaban el ambiente, en medio de los padecimientos causados por la guerra.

Este hecho provocó que pronto acudieran otros patrulleros y voluntarios compañeros del muerto desde Flix y Mora de Ebro, que fueron repelidos.

[6]​ Durante los meses de enero y febrero se estuvo discutiendo sobre una reorganización del orden público en Cataluña.

El cuerpo estaba fundamentado en las fuerzas de asalto, que estaban a las órdenes de la Generalidad, y de la "Guardia Nacional Republicana" (nombre bajo el cual se conocía entonces a la Guardia Civil), que dependía del gobierno central.

Muchos de sus miembros pasaron a la clandestinidad o marcharon al frente para evitar represalias.