El término tercer mundo fue acuñado por el economista francés Alfred Sauvy en 1952, mediante un paralelismo con el término francés Tercer Estado, para designar a los países que no pertenecían a ninguno de los dos bloques que estaban enfrentados en la Guerra Fría, el bloque occidental (Estados Unidos, Europa Occidental, Japón, Canadá, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y sus aliados) y el bloque comunista (Unión Soviética, Europa Oriental, China, Cuba y Corea del Norte).
Según el DRAE, el tercer mundo es el conjunto de países menos desarrollados económica y socialmente.
[1] Entre las características comunes figuran el tener una base económica mayormente agraria, la exportación de materias primas, una economía endeudada con los países más industrializados (usualmente con los de primer y segundo mundo) y escasa infraestructura.
Hay que aclarar que, en francés, tiers monde significa tercer mundo en el sentido de tercero en una clasificación y no tercero a la hora de contar del uno al tres (troisième y tiers son sinónimos).
[3] El término se generalizó durante la Guerra Fría, cuando algunos países se calificaron a sí mismos como pertenecientes al tercer mundo, debido a que no estaban alineados ni con la OTAN ni el Pacto de Varsovia.
Finlandia estuvo bajo influencia soviética por su cercanía a la URSS, pero no era comunista, ni era miembro del Pacto de Varsovia.
Finalmente se ha alertado sobre una falsa generalización actual[cita requerida], al suponer que el tercer mundo carece de infraestructura industrial, ya que muchos países que se consideran parte del tercer mundo, como China y otros países del sudeste asiático, son en algunas zonas tan o más tecnológicamente avanzados como muchos países considerados del primer mundo.
Por lo tanto el término debería usarse con precaución ya que clasificar países en grupos homogéneos puede inhibir la perspectiva objetiva y los veloces cambios en curso.
Para Schumpeter, el desarrollo y la democracia irían limitando a los monopolios económicos hasta hacerlos desaparecer.
La ONU ha declarado recientemente que el desarrollo de las nuevas tecnologías aumenta todavía más las diferencias entre los países ricos y los del tercer mundo.