Se denomina Países Bajos Austríacos al conjunto de territorios cedidos por el Imperio español al Imperio Habsburgo tras el Tratado de Utrecht en 1714 hasta la anexión de estos por Francia en 1795 durante las Guerras revolucionarias francesas.
[2] Tras la guerra de sucesión, en los tratados de Utrecht y Rastadt-Baden,[4] el rey de Francia perdió Tournai, Furnes, Ypres, Menen, Wervik y recuperó Lille, Aire, Béthune, Orchies y Saint Venant,[5] mientras que el elector de Baviera recuperaba su electorado y los Países Bajos volvían a la soberanía de los archiduques de Austria, esto es, se reintegraban de nuevo a la Casa de Habsburgo, y los territorios pasaron a denominarse Países Bajos austriacos.
Durante el periodo austriaco se llevó a cabo una labor centralizadora, que derivó en la implantación del francés como lengua administrativa, y también un auge industrial y en las artes y ciencias.
No obstante, la política centralizadora del emperador José II en contra de los antiguos privilegios llevó a la rebelión general en 1788, la Revolución brabanzona, que —como dos siglos antes— se declararon independientes y formaron los Estados Unidos de Bélgica (11 de enero de 1790), en una declaración firmada por Brabante, Güeldres, Flandes, Flandes Occidental, Henao, Namur, Tournai (Tournaisis) y Malinas, pero no Luxemburgo.
En 1792, durante las Guerras Revolucionarias Francesas, el ejército revolucionario francés venció al austríaco en la batalla de Jemappes y conquistó los territorios de los Países Bajos meridionales, pero la victoria austríaca en Neerwinden en 1793 puso en retirada al ejército francés.