Ya desde el acceso puede observarse una magnífica vista del paraje:
[2] En la parte inferior (oriental) del valle hay un conjunto de edificaciones conocidas como Corrales de la Nava, formadas por «una quincena de construcciones mayoritariamente corrales, algunas de las cuales aún son utilizadas para guardar ganado», aunque la mayoría están abandonadas y en estado ruinoso.
Dichas construcciones sirvieron antaño como «viviendas temporeras», ya que eran ocupadas por los propietarios y/o trabajadores con motivo de las labores estacionales –dado que esta es zona de gran producción cerealística y ganadera-: laboreo, siembra, siega y trilla, siendo empleadas también por los pastores que encerraban allí sus ganados.
[3] Además de por su valor paisajístico, La Nava posee interés arqueológico, dado que el paraje se halla en la Relación de Necrópolis Ibéricas Valencianas,[4]-[2] pues las prospecciones llevadas a cabo en la zona pusieron al descubierto dos lugares de enterramiento prehistóricos y dos poblados o castros ibéricos: El cambio de rito en los enterramiento del mundo prehistórico –de la inhumación a la incineración: solo se da en la Primera Edad del Hierro y la época ibérica- debió ser progresivo, bajo la influencia de los Campos de Urnas, y «unido a la adopción de nuevos conceptos religiosos», aunque se desconoce el por qué, el cómo y el cuándo de este cambio en las costumbres funerarias.
[2] Sin embargo, ni el poblado medieval de «La Garita» ni los ibéricos del cerro «La Morrita» han llegado a excavarse.