[4] Sin embargo, como Zacarías no creía el mensaje de Gabriel, se quedó mudo hasta que Juan nació.
[5][6] En aquel tiempo, sus parientes quisieron llamar al niño como a su padre, y Zacarías escribió, Juan es su nombre,[7] con lo cual recuperó su capacidad de hablar.
En la Anunciación, cuándo el arcángel Gabriel se apareció a la Virgen María para informarle que concebirá del Espíritu Santo, también le informa que Isabel, su prima, estaba ya embarazada de seis meses (Lucas 1:36).
Según la enseñanza y tradición católicas, María, ya en el primer momento de su existencia, estaba libre del pecado original (su concepción se celebra en otra festividad: La Inmaculada Concepción el 8 de diciembre), mientras que Juan fue purificado del pecado original en el vientre de su madre.
Las iglesias Reformadas y libres dan a esta celebración menos importancia.
A menudo se ha objetado que las autoridades eclesiásticas quisieron Cristianizar las celebraciones paganas del solsticio y por esta razón adelantaron la fiesta de San Juan para sustituirlo.
Se dice que en lugares solitarios hay tesoros ocultos esperando al afortunado buscador.
En Escandinavia y en los países eslavos hay una superstición antigua que afirma que ese día se permite vagar por la tierra a las brujas y a los demonios.
Al igual que en Halloween, los niños van de ronda y solicitan obsequios, se lanzan figuras de paja a las llamas, y se hace mucho ruido para alejar a los demonios.
En el siglo VII, el obispo francés San Eligio advirtió contra las actividades nocturnas y animó a los nuevos conversos a evitarlas favoreciendo la celebración del nacimiento de San Juan.