La capilla Tornabuoni fue pintada por primera vez a mediados del siglo XIV por Orcagna.
Por esta razón los frescos de Orcagna, al no haber sido capaz de proporcionar la familia Ricci su restauración y mantenimiento, estaban en la segunda mitad del siglo XV en un estado seriamente comprometido (al parecer por un rayo y humedades[1]).
Sin embargo, la nunca demasiado oculta rivalidad entre dominicos y franciscanos hizo que los dominicos se opusieran firmemente a la idea de la capilla mayor de su iglesia fuera decorada con escenas de un santo diferente o "contrario" a su orden, por lo que surgió una larga controversia jurídica, que terminó dando la razón a los frailes dominicos.
Recoge Vasari una anécdota sobre los acuerdos entre Tornabuoni y Ricci: estos últimos habían incluido en el pacto que su escudo de armas "apareciese de la manera más evidente y en lugar honroso en la capilla".
En su taller se encontraban otros artistas, incluidos sus hermanos Davide y Benedetto, su cuñado Sebastiano Mainardi y, probablemente, también un jóvencísimo Miguel Ángel, que en aquella época era alumno de Ghirlandaio, pero cuya mano no se reconoce en ninguna escena.
Esta desigualdad afectó de alguna manera a la crítica sobre la obra de Ghirlandaio, ya que algunos no dudan en considerarle sobre todo como un importante retratista pero nada más (suponiendo una jerarquía implícita entre los diversos temas de la pintura: un retrato es más importante o más "difícil" que un paisaje), mientras que sólo en la segunda mitad del siglo XX se le ha vuelto a valorar.
Se recogen aquí el esquema y los otros paneles del fresco no comentados en el texto.