Muixeranga

En 1973, además de en Algemesí, sólo había muixerangas en Forcall -con periodicidad anual- y en Titaguas -cada siete años-.[2]​ La Muixeranga algemesinense está considerada el antecedente histórico de los castellers catalanes[3]​.Si bien la teoría nos dice que los castillos y la muixeranga tienen un origen común en las mojigangas, los primeros se habrían especializado en las torres humanas propiamente dichas y las segundas se habrían preservado fieles al cuadro plástico.La primera cuestión a mencionar vendría constituida por las opiniones que hay respecto del nombre.Es posible que el origen de las figuras esté relacionado con los acróbatas del Magreb, ya que la cultura musulmana se mantuvo en algunas comarcas del Reino de Valencia hasta 1609.[1]​ Las más antiguas crónicas escritas que vinculan la muixeranga con Algemesí datan del primer tercio del siglo XVIII, pero por su constante y firme presencia muy bien puede pensarse en un origen mucho más antiguo.[5]​ La tradición de los palos de pollo, consistente en hacer torres humanas para llegar a un pollo u otro premio situado a una cierta altura, tiene semejanzas con la muixeranga y está documentada desde 1796.Comparte con la muixeranga algunas características, como celebrarse coincidiendo con fiestas religiosas (domingo de Ramos en Poliñá de Júcar, San Roque en Chiva, San Antonio en Calles), pero también hay diferencias, como la existencia de premios (pollo, jamón, fruta), que las figuras no son técnicas, sino espontáneas; que no hay ensayos ni grupos formales ni maestro.En algunas poblaciones, como las Almoines o Poliñá de Júcar, cada persona no puede participar en el palo más que una vez en la vida.[1]​ Está documentado que en Torrente ya se hacían moixigangues en 1838 en medio de las cabalgatas, formadas por 16 personas.Lo que quedaba de esta tradición era una comparsa festiva, los Locos del Olleria.Después salen y dan vueltas por la plaza, compitiendo para ver cuál es el que aguanta más tiempo.Algunos autores (Seguí, Buezo, Miralles, Bertran y Frechina) coinciden en considerar las composiciones profanas como añadidas.Pero su presencia en quedado reducida a las fiestas gordas, que se celebran cada siete años.El número de personas en cada piso es variable y las estructuras, alturas sin ensayo previo, son bastante inestables.En Forcall, los "varetes" hacen su danza y alzan la torre, mientras que otros grupos de danzantes los acompañan.[9]​ El componente religioso se encuentra en varias partes de las manifestaciones muixerangues.En Peñíscola y el Forcall, los participantes recitan loas de contenido religioso.Estas referencias marianas conectan con las antiguas mojigangas religiosas que narraban la vida de María.Durante unos años los grupos valencianas intentaron organizarse en torno a la Federación de Muixerangues y reunieron acopios muixeranguers.[2]​ Según la antropóloga Nuria Fernández, durante el Modernismo -paso del siglo XIX al siglo XX- los valores tradicionales, y los gustos y preferencias de la población, cambiaron radicalmente respecto de la Renaixença.El Modernismo «fue un vendaval estético de ruptura cultural con el folclore ruralizante y nacionalista».También el tabal y la dolçaina, acompañantes inseparables de las muixerangas, iniciaron una larga bajada.Se prohibieron festividades paganas como las Carnaval, manteniendo las tradiciones que a criterio de la Iglesia y el resto del régimen no ponían en duda la doctrina nacional-católica y se adecuaban a la moralidad cristiana, como las manifestaciones de religiosidad popular: Titaguas y Algemesí son dos ejemplos significativos de vinculación con celebraciones marianas.En 1994, los Locos de Ollería, como que sabían muy poco del viejo baile, empiezan por investigarlo -ropa, música, movimientos- y estudian también otros fenómenos similares, como los castellers.[7]​ Otro fenómeno que se desarrolla en los años noventa, es la desvinculación parcial de las muixerangas del hecho religioso.
La muixeranga en la Ribera Alta , en 1960
La muixeranga interpretada por Xavier Richart a la dulzaina .