En las tierras que anteriormente ocupaba el monte blanco hoy se asientan forestaciones madereras, urbanizaciones y bosques secundarios dominados por especies exóticas.
Esto redunda en que el bajo delta tenga las condiciones adecuadas para ser un hábitat de flora y fauna subtropical en latitudes templadas.
Jurisdiccionalmente, el monte blanco se divide en un sector septentrional (en las islas al norte del río Paraná Guazú) —el cual pertenece a la provincia de Entre Ríos—[5] y un sector austral (en las islas al sur del citado río) —el cual pertenece a la provincia de Buenos Aires—.
Estos territorios fluvio-insulares presentan una estructura típica, la cual consiste en una forma de plato o “palangana” cóncava, la cual está compuesta por dos zonas muy distintas:[11] El pantano central es una enorme área deprimida con bañados, esteros y/o lagunas (ambientes de zonas bajas), que poseen el suelo casi todo el año encharcado o inundado, se cubren de agua con las mareas altas o suaves sudestadas.
La altura del pantano central comprende desde algunos centímetros menos que el nivel medio de los ríos hasta unos 50 cm.
Los materiales litológicos que dieron origen a estos suelos, son limos fluviales y fluviolacustres de color pardo.
Muchas de estas especies no lograrán adaptarse, y al poco tiempo desaparecen del monte blanco.
En otros casos, encuentran el nuevo hábitat adecuado para su subsistencia y forman poblaciones de distribución extrema.
[20] Las mareas lunares del Río de la Plata sólo suelen incidir sobre el sector deprimido central, sin alcanzar generalmente el suelo del monte blanco; a este lo logra cubrir sólo si se combina con viento del sudeste, denominado localmente “sudestada”, generando así mareas eólicas con alturas mayormente de alrededor de 1 metro, aunque pueden superar los 3 m durante sudestadas con vientos fuertes y sostenidos durante varios días.
La vegetación del monte blanco está perfectamente adaptada, no sufriendo ningún tipo de daño, quedando la selva inundada generalmente por algunas horas y, más raramente, durante varios días, con un nivel de agua que va desde pocos centímetros hasta algunos metros en las mayores.
[25] Tiene un carácter subclimáxico porque las mismas están determinadas por el ambiente microclimático fluvial, por ello no pueden evolucionar hacia la selva clímax estricta.
Han empleado este método de transporte fundamentalmente elementos faunísticos, especialmente roedores, anfibios, reptiles[28][29] e invertebrados.
[33][34] Si bien los grandes ríos Paraná y Uruguay —en sus tramos medios— atraviesan áreas de pluviosidad reducida, logran dar a sus márgenes e islas la humedad que no les brindan los acumulados pluviométricos locales, generando microambientes aptos para que continúe aguas abajo la vegetación selvática desde las norteñas selvas paranaenses, desarrollando así franjas selváticas rodeadas de zonas climática o edafológicamente inaptas u hostiles para dicha vegetación.
[35] La acción humana ha causado numerosas brechas en esta ruta, por lo que el flujo biótico y genético por la misma se vio alterado.
Al mismo tiempo, el interior de las islas también se eleva, ya que la cada vez más densa e intrincada vegetación hidrófila va reteniendo y acumulando los sedimentos arrastrados por las aguas.
Los albardones siguen ganando altura y los arbustales ribereños van quedando relegados al sector más externo, apenas separados del río por una franja de juncales, mientras que el sector más interno y elevado del albardón comienza a ser colonizado por especies arbóreas: primero el ceibo rioplatense (Erythrina crista-galli var.
[43] En algunas islas del delta entrerriano se encuentran albardones de mucha más altura, tal vez originados por médanos fósiles.
Estas características le otorgan poca capacidad hídrica, por lo cual no poseen monte blanco (salvo en sus bordes).
Alcanza aquí su distribución más austral, con ejemplares aislados entre la selva, o formando densos palmares, estos últimos fueron destruidos.
[60] Al año siguiente (1819) Bonpland no logró encontrarla en el delta, pero sí volvió a detectarla en Martín García.
Entre otras especies de herbáceas del monte blanco se encuentran orquídeas como Platythelis platensis, Beadlea elata, Pelexia bonariensis, y Chloraea membranacea; Dichondra repens, gramíneas umbrófilas como Stipa megapotamica, Olyra latifolia, Panicum unilineatum, Briza glomerata, Briza subaristata, Oplismenus setarius, Bromus uruguensis; Picrosia longifolia, Blainvillea biaristata, Conyza rivularis, Pratia hederacea, Relbunium vile, Valeriana scandens, Muchlenbergia schreberi, Carex sellowiana, Hypoxis decumbens, Vicia montevidensis, Euphorbia lorentzii, Lathyrus pubescens, Desmodium affine, Cardamine bonariensis, Cardamine chenopodiifolia, Cetastium humifusum, Monteiroa glomerata, Hybanthus parviflorus, Hypericum mutilum, Blumenbachia urens, Cuphea fruticosa, Epilobium brasilense, Lilacopsis minor, Plantago heterophylla, Verbena megapotamica, Scutellaria platensis, Solanum nigrescens, Solanum commersonii, Physilis viscosa, Spigelia humboldtiana, Hydrocotyle leucocephala, Hydrocotyle pusilla, Hydrocotyle verticillata, Hydrocotyle, una begonia: la flor de nácar (Begonia cucullata), varias especies de cardas (Eryngium pandanifolium, Eryngium eburneum, Eryngium serra Eryngium ebracteatum, etc.), Phyllanthus niruri, Tragia volubilis, etc. Dos grandes aráceas medran en los bajos luminosos y el medioalbardón, Philodendron tweedianum y Philodendron undulatum (la última de indigenato dudoso), representan la distribución más austral, no sólo del género sino también de las aráceas terrestres.
Son abundantes los helechos y licófitas terrestres, con más de 30 especies,[64] los que se desarrollan sobre el sustrato o troncos caídos.
Abundan los hongos, musgos y líquenes, como el folioso Ramalina ecklonii, Usnea barbata, varias Parmelia, etc. Tanto en la misma ribera fluvial como en el medioalbardón se producen biotopos de borde o ecotono, los que son ocupados por diferentes tipos de fisonomías vegetales y sus interfases.
Entre estos sobresalen como especies carismáticas la yarará (Bothrops alternatus) —el único ofidio de este ecosistema con veneno muy peligroso— y el lagarto overo (Salvator merianae).
Las más destacadas del ámbito selvático son: Urbanus teleus, Chiomara asychis autander, Phoebis neocypris, Phoebis argante, Eurema albula sinoe, Ministrymon una, Nicolae torris, Euselasia euploea, Lycorea ilione, Mechanitis lysimnia, Episcada hymenaea, Pteronymia sylvo, Mcclungia cymo salonina, Pseudoscada erruca, Parypthimoides zeredatha, Marpesia petreus, Dynamine myrrhina, Ortilia velica durnfordi, Adelpha syma, Chalodeta theodora, etc.[99][100] Entre los quironómidos destacan especies fieles al ecosistema selvático, por ejemplo Pseudosmittia adunca.
[101] La destrucción del ecosistema primitivo causada por la vegetación invasora es el principal problema que hoy afecta a esta foresta.
Las áreas algo deprimidas dentro de la selva (al igual que los colindantes pajonales pantanosos del interior isleño) están fuertemente invadidos por una herbácea ornamental exótica: el lirio amarillo (Iris pseudacorus).
Durante la primera mitad del siglo XX el monte blanco fue apeado para destinar los albardones a la actividad frutihortícola.
[113][114][115] Las especies emblemáticas del monte blanco son objeto de caza “deportiva” o como recurso alimenticio por los pobladores locales.
Desde el comienzo de la colonización occidental del delta inferior, estas selvas han sido profundamente afectadas.