Los bosques de Argentina se ubican en la región fitogreográfica neotropical y antártico.
[9] Las provincias que concentran la mayor parte de los bosques nativos son Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Salta, Misiones, Santa Fe y La Pampa.
En 1937 se sanciona la Ley 12.343, que ordena la realización de un censo agropecuario en toda la República Argentina.
[18] El censo se publicó en cuatro tomos,[19] e incluyó datos sobre el área forestal en Argentina, calculando que el bosque nativo tenía una extensión de 37 535 308 ha.
[33] El 80 % de la deforestación en Argentina se concentra en cuatro provincias: Santiago del Estero, Salta, Formosa y Chaco.
Sin embargo, la región chaqueña se distingue de la pampeana por su clima y ecología.
El área forestal chaquense se distingue en dos zonas principales, una húmeda y la otra seca (la primera aproximadamente al este del meridiano 62°O, la segunda aproximadamente al oeste del mismo meridiano).
Es la formación forestal natural de tipo subtropical más austral del planeta.
Se la incluye entre los pastizales, sabanas, y matorrales templados del neotrópico de la ecozona Neotropical.
Hasta mediados del siglo XIX la selva cubría la totalidad de la actual provincia.
La deforestación tuvo varios momentos diferentes, desde las misiones jesuíticas que buscaron instalar prácticas agrícolas y fomentaron el cultivo de la yerba mate, hasta los ideales de civilización y progreso de finales del siglo XIX que veían a la selva como un lugar inhóspito que debía ser conquistado rápidamente para su explotación económica.
Además acentúa su gran valor el hecho de que sea una nimbosilva, una formación forestal densa que se forma merced a la presencia casi constante de nubes que la humectan recíprocamente (o por retroalimentación); tal formación forestal montana acopia la humedad y facilita la condensación de las nubes.
Si la yunga desapareciera o mermara se produciría una grave catástrofe ecológica en el Cono Sur, en especial la desertización de gran parte del país.
Entre los 850 a 1200 o 1400 m s. n. m. (según la latitud -en este caso se usa como latitud referencial la del trópico de Capricornio-) es el dominio de una densa selva de transición (la nimbosilva propiamente dicha), en la cual prosperan mirtáceas y especies como el tarco, la tipa, el cebil, el molle, el caspi o zapallo caspi, además de talas, cochuchos, guayabos, mamones, pacarás, palo blanco (Phyllostilon rhamnoides), acacias criollas, higuerones como el llamado "maroma", el cochucho, la tusca, los tabaquillos, laureles, nogal criollo, horco molle y trementinas; existen algunas palmeras (particularmente de la especie caranday), y en tal selva abundan mirtáceas, helechos, bromelias, epifitas, y gran cantidad de especies florales tales como las orquídeas, jazmines, malvones, pasionarias, glicinas, madreselvas, etcétera.
Sobre los 1200 o 1400 m s. n. m. se extiende el piso de bosques con pinos del cerro, "alisos montanos", cedros (Cedrela spp.)
Sobre los 2000 m s. n. m. comienzan los prados montanos, con presencia de gramíneas, musgos y líquenes; en estos prados montanos se pueden encontrar manchones o bosquecillos de queñoas (Polylepis tomentella) y churquis (Prosopis ferox).
Se la incluye entre los pastizales, sabanas y matorrales templados del neotrópico de la ecozona Neotropical.
Se divide en tres distritos: Distrito del Ñandubay, donde dominan los bosques de ñandubay (Prosopis algarrobilla) y algarrobo negro (P. nigra), acompañados por numerosas especies, como espinillo (Acacia caven), tala (Celtis spinosa), quebracho blanco (Aspidosperma quebracho-blanco); Distrito del Algarrobo (comunidad clímax), con presencia de bosques de algarrobo negro y blanco (Prosopis alba), acompañados por talas y chañares (Geoffroea decorticans); y Distrito del Caldén, con bosques xerófilos, estepas graminosas y matorrales de arbustos.
En el 2015 la superficie implantada se desglosaba del siguiente modo: Existe alguna controversia sobre los efectos ambientales de la forestación.
Parte de la selva misionera y bosques andino-patagónicos (en mucha menor medida) fueron reemplazados por plantaciones monoespecíficas en las décadas del 60 y 70, pero a partir del siglo XXI, la mayoría de las forestaciones se realizaron en armonía con el ambiente.
La ley tiene como objetivos reducir la deforestación en Argentina, la conservación de los bosques nativos, la regulación y gestión responsable del uso forestal, y la promoción del manejo sostenible de los bosques.