Populus

[2]​ Estos árboles presentan una estructura de ramas flexibles y una corteza lisa, en tonos blanquecinos o grisáceos, que muestra marcas horizontales más oscuras o estrías, un rasgo característico de varias especies del género.[4]​ Los álamos son predominantemente dioicos, es decir, poseen flores masculinas y femeninas en individuos separados.Esto les permite dispersar eficazmente su polen en grandes áreas, aunque pueden generar alergias estacionales en personas sensibles.En el hemisferio sur, el álamo ha sido introducido con éxito en varios países, especialmente en Argentina, Chile y Nueva Zelanda, donde se ha adaptado bien a las condiciones climáticas templadas, siendo utilizado para proyectos de reforestación, conservación del suelo y producción maderera.Los álamos también pueden desarrollarse en zonas de suelos húmedos y con buen drenaje en áreas abiertas, como bosques mixtos y claros de bosque, en altitudes que varían desde el nivel del mar hasta zonas montañosas.[12]​ El género Populus abarca varias secciones, cada una con especies adaptadas a distintos climas y regiones.[23]​ Los álamos también juegan un papel clave en la fitorremediación, un proceso de biorremediación que utiliza plantas para absorber contaminantes del suelo y el agua.[25]​ Esta función agroforestal también es común en otras áreas de América del Sur, Europa y Asia, donde los álamos son plantados en líneas regulares en las zonas agrícolas para ofrecer protección natural.En Japón, el álamo tiene un lugar en la espiritualidad Shinto, donde sus ramas se empleaban en ceremonias para ahuyentar a los oni, espíritus malignos del folclore japonés.[28]​ En Europa, el álamo ha sido un símbolo de dualidad y resistencia, asociado a menudo con los ciclos de vida y muerte debido a sus hojas que susurran con el viento, lo que evocaba una comunicación con el mundo espiritual.La elección del álamo en estos rituales de castigo reflejaba su conexión simbólica con la purificación y el sacrificio.