Sus constructores guardaron simetrías y medidas que imitaban de forma arcaizante el esquema de monasterio benedictino europeo del siglo IV, los cuales tuvieron la misma estereotomía de inspiración bélica, con muros y contrafuertes gruesos, altura significativa con sentido ascensional y almenados, entre otros elementos, semejantes a los europeos que constituyeron reductos militares contra moros o sarracenos.
[19] Los pueblos indígenas aceptaron la realización de las ceremonias multitudinarias al aire libre dado que en Mesoamérica fue una práctica usual.
Su recorrido fue delimitado en el perímetro de la barda atrial con arbustos, pequeños muros o árboles.
[17] En los cuatro extremos del atrio fueron construidas cuatro capillas -un rasgo original de la Nueva España- abovedadas y decoradas y que tenían como función posar o descansar al Santísimo Sacramento en las procesiones hechas después de la misa.
[8] En muchas poblaciones del actual México subsisten templos del siglo XVI con características arquitectónicas identificables y elevándose por su altura sobre las poblaciones en las que se asientan, dado que muchos de ellos fueron construidos sobre teocallis mesoamericanos (como en Texcoco, Tlaxcala, Huejotzingo, Cholula, Tula y Huexotla) con el fin de "desintegrar más el viejo modo de vida y sustituir un culto sobre el otro".
[17][22] Dominicos: La historiografía sobre el tema -siendo el historiador del arte Manuel Toussaint el primero en denominarlo así- los ha llamado "conventos-fortaleza", debido a la reciedumbre y elementos de inspiración militar con los que fueron construidos; dado que la defensa militar contra ataques por tierra era una consideración muy importante en aquellas épocas.