Tuvo diversas ubicaciones en las localidades de Cabanas (1169-1492), Gerona (1492-1944), Salt (1944-1980) y San Gregorio (1980-2000).
El emplazamiento responde a los requerimientos cistercienses: un lugar recogido, un valle fértil y una fuente de la que todavía hoy brota agua abundante.
La hipótesis más probable es que las monjas reconstruyeron una antigua capilla prerrománica dedicada a San Félix en el paraje "Cadins" cercano al pueblo de Cabanas[3] y que seguramente formaba parte de un pequeño núcleo rural.
Esta diversidad parece indicar que las dos partes del templo no son obra de los mismos constructores y que entre la construcción de la nave y la cabecera pudo haber una interrupción más o menos larga.
En la iglesia de Cabanas se mantuvo el culto durante un tiempo.
El cementerio quedó sepultado por las tierras arrastradas por las riadas del río Muga y el patrimonio se dispersó por las circunstancias de la historia del país, las ventas y, sobre todo, por la Desamortización.
El monasterio estaba adosado a la fachada norte de la iglesia, con la que tenía un acceso directo.
[8] Gracias a una concordia firmada con el rector, los clérigos y obreros laicos de la parroquia, el templo serviría para celebrar los actos de culto del nuevo monasterio.
La parroquia recibió beneficios de esta utilización ya que las monjas realizaron, a su cargo, importantes mejoras.
El monasterio se reservó el señorío directo y pactó que no se pudiese vender la piedra de la iglesia, del claustro ni del cementerio.
La comunidad de Cadins mantuvo el dominio directo hasta la Desamortización, que comportó la venta a los actuales propietarios.
[10] A mediados del siglo XVIII las relaciones con la parroquia de Santa Susana del Mercadal se deterioraron y las religiosas decidieron construir un nuevo templo en un solar contiguo, al que se accedía por la actual calle de Santa Clara.
[12] Las leyes desamortizadoras del siglo XIX no afectaron directamente a Cadins.
Se instalaron en la Casa Tarrés, un edificio situado en la calle Mayor, en el centro de la villa.
Sin embargo, hacia mediados los años 60 las religiosas se encuentran buscando un emplazamiento para un nuevo monasterio.
Pudo influir la transformación urbanística del centro de Salt, que aconsejó buscar un lugar más recogido.