Matriarcado

El término matriarcado no es apropiado, por lo tanto, para referirse a sociedades matrilineales, matrilocales o matrifocales[1]​[2]​ (aunque antropólogas como Peggy Reeves Sanday sí lo utilizan para referirse a culturas matrilineales como la de los minangkabau en Indonesia[3]​) ni es sinónimo de los términos ginarquía, ginocracia, ginecocracia o ginocentrismo.

Aunque existe un número importante de sociedades matrilineales documentadas, no siempre se utiliza correctamente el término "matriarcado".

Muchos autores usan erróneamente el término "matriarcado" para referirse a sociedades matrilineales o matrilocales, como dice Marvin Harris.

Eso en general implica que en algunas sociedades son las mujeres quienes heredan las tierras familiares y no los hombres.

Aunque en muchas sociedades matrilineales las mujeres tienen un poder decisorio sobre asuntos familiares razonablemente importantes.

Esta característica hace que todos los miembros del clan dependan más de la matrilinealidad y matrilocalidad, y esto le otorga a la mujer una fuerte posición en las sociedades que hoy son consideradas matriarcales.

La evidencia histórica muestra que en todos los tiempos han existido sociedades con organización matrilineal junto a otras basadas en la patrilinealidad.

En el mundo romano hubo matriarcas como Livia, Cornelia, Aurelia, Agripina la Menor o Julia Domna que fueron figuras importantes en el mundo de la política y en el caso del imperio romano de Oriente sucedió con emperatrices como Irene, Zoë Porphyrogenita y Teodora.

Los nórdicos eran una sociedad matrilineal, que para muchos presentaba rasgos matriarcales.