Allí, en 1934, conoció al poeta chileno Pablo Neruda, con el que entabló una gran amistad.
[1] De Madrid, Carreño se fue a México, donde entró en contacto con los principales representantes del muralismo: Diego Rivera, José Clemente Orozco, Rufino Tamayo.
Vuelve a abandonar Europa con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y se instala en Nueva York.
Los diez años que vivió en Estados Unidos fueron muy fructíferos y a ese periodo se debe, entre muchas otras obras, el Nacimiento de las naciones americanas.
Como tenía una gran admiración por la pintura italiana del Renacimiento creo que en esa tela se reflejan muy profundamente algunos maestros de esa época, como Mantegna, Piero della Francesca y tal vez Boticelli", dirá más tarde.
Más tarde, en 1956, visitó nuevamente dicho país para dictar cursos sobre la evolución del arte actual en la Universidad de Chile y dos años después llegó a instalarse definitivamente.
Su primera mujer, la millonaria cubana María Luisa Gómez-Mena, lo había dejado en 1944 por el poeta español Manuel Altolaguirre.