Esta pensión tuvo una estricta restricción, pues Fortuny tenía que enviar constantemente algunas de sus obras a la Diputación para demostrar sus progresos y justificar su estadía.En Roma conoció también a varios artistas italianos; entre todos ellos Attilio Simonetti (1843-1925) se volvió su discípulo y amigo fraterno.Paralelamente, asistía a la escuela privada de Lorenzale, en donde se desarrolló en una vista más amplia su gusto por el romanticismo.Allí se integraría como pintor en el regimiento del general Juan Prim, también originario de Reus.África va a suponer un descubrimiento para Fortuny, deslumbrado por la luz norteafricana y encandilado por las planicies abiertas, las luces y los habitantes de Marruecos, llegando incluso a aprender nociones de árabe para integrarse mejor.Se liberará desde este momento de convenciones y academicismos, sintiéndose atraído intensamente por los temas orientales.O paisajes donde practicó todas las aportaciones técnicas que fue añadiendo a su pintura como Paisaje norteafricano (Museo Carmen Thyssen Málaga), mediante las cuales consigue conferir una intensa sensación ambiental de pleno sol a una composición de apariencia engañosamente intrascendente.El marchante Adolphe Goupil, con quien Fortuny había suscrito un contrato de exclusividad en septiembre de 1866, compró el cuadro por 70 000 francos y no lo quiso exponer por miedo a estropearlo, hasta que lo revendió por 250 000 francos.Esta muestra fue elogiada por varios críticos como Théophile Gautier y fue un paso clave en su consagración internacional.En abril de 1875, los cuadros que aún se encontraban en su estudio y los diferentes objetos que Fortuny había reunido en su colección privada fueron subastados en el Hotel Drouot de París, alcanzando ya entonces precios desorbitados.