Sin embargo, Mariana no llegó a España hasta la primavera del siguiente año.
Pasado el tiempo, el embajador francés en Madrid describió en pocas palabras la nueva posición de Mariana en la corte española: Durante su matrimonio, presionada, Mariana fingió once embarazos y al no lograr tener descendencia, conspiró, ayudada por su camarera mayor, la baronesa de Berlips (llamada La Perdiz), para influir sobre la decisión del sucesor al trono.
El pueblo madrileño solía recitar los siguientes versos: Debido a su carácter autoritario y altanero, Mariana nunca logró hacerse popular entre sus súbditos, quienes la tachaban de «alemana, pelirroja y antipática».
Su ira había sido mayor al oír que su predecesora, María Luisa de Orleans, había recibido una excelente dote, así como magníficas joyas de Francia al casarse con Carlos.
La reina no tuvo más remedio que retirarse a Toledo, donde vivió recluida en el sombrío Alcázar.
Viéndose en situación tan desagradable, envió cartas a su familia en Alemania pidiendo ayuda económica.
La dama se instaló en esta localidad hacia septiembre de 1706, y allí vivió 32 años olvidada por todos.
En 1719, el prestigioso grabador Jean-François Cars reprodujo a buril su efigie como reina viuda, tocada con un velo negro.