Concebían el teatro casi como una forma de vida y los actores vivían en comunidad bajo principios anarquistas.
El espacio teatral fue abriéndose hacia lugares insólitos (como naves industriales) o en plena calle.
En Estados Unidos las marchas antirracistas tuvieron un peso importante, donde la Asociación nacional para el progreso de las personas de color jugó un gran papel, quienes junto con Martin Luther King protagonizaron una gran marcha hacia Washington D. C., donde este pronunció su famoso discurso: Tengo un sueño.
El teatro político también planteó esta clase de lucha, pero la acción transcurría en otro sitio, a diferencia del situacionismo.
Los medios de comunicación, crearon un movimiento crítico global, debido a su información sobre la guerra y las protestas.
La sociedad del superconsumo también empezó a ser lapidada donde podemos encontrar las publicaciones de Herbert Marcuse: El Hombre Unidimensional (1964) y Un ensayo sobre la liberación (1969), los cuales nos ayudan a situar la experimentación teatral dentro del contexto político y cultural.
El pintor Julian Beck, que frecuentó el círculo surrealista estadounidense[2] y Judith Malina, quien quedó cautivada por un texto de contenido anarquista, se juntaron para fundar un teatro fuera de las convenciones que estaban marcadas.
Un año más tarde les obligaron a reducir el número de asientos en el local, por lo que Julian y Judith decidieron abandonarlo.
Dos años después, en 1957, consiguieron encontrar una nueva sede entre la Calle Catorce y la Sexta Avenida, a la que llamarán The Living Theatre.
La ficción era la siguiente: los actores-drogadictos eran en realidad unos drogadictos convocados por un productor cinematográfico para rodar un documental y que a cambio de dinero esperan su dosis.
Además es un texto que deja lugar a la improvisación en algunas partes, por lo que el Living en su intento de rechazar la ficción, decide vivir The Brig, utilizando El manual de los marines como guía para los ensayos y creando relaciones aberrantes entre guardias y prisioneros.
La doble ocupación duró varios días, mientras la gente les llevaba comida y protestaban fuera por la libertad.
Todo esto les llevó hacía una estética teatral donde se eliminaron las distinciones entre director y actores.
El contexto era muy influyente, según las circunstancias en las que se creaba la obra, la representación iba cambiando.
Los Siete Mandatos del Teatro Contemporáneo que aparecen en la publicación El Living Theatre de Julian Beck, Ediciones Fundamentos, Madrid, en las páginas 86-87: La primera vez que el Living intentó hacer teatro de creación colectiva, fue en Mysteries and Small Pieces en 1964.
Mysteries and Small Pieces tuvo tres versiones diferentes y en la última, la escena final pasó a constituirse bajo el signo Antonin Artaud artaudiano] de la Peste, donde los cuerpos de los actores se transformaban en cadáveres amontonados.
Durante tres días se toleraron las representaciones, pero al cuarto llegó un mandato que les impidió continuar, dándoles la única opción de sustituir Paradise Now por Antígona.
Los siguientes años realizaron representaciones de ese repertorio en Estados Unidos y Europa, con obras como: Oratorio de apoyo a la huelga, La torre del dinero y Seis actos públicos para transformar la violencia en concordia.
En 1984 se estrenó la película autobiográfica de los fundadores del Living, realizada por Sheldon Rochlin y Maxime Harris.