Los vestigios más antiguos han sido encontrados en Europa y fechados en el Paleolítico Superior.
[1] Es una herramienta que utiliza el apalancamiento para lograr mayor velocidad en el lanzamiento de los dardos, venablos o jabalinas, e incluye una superficie de apoyo que permite al usuario almacenar energía durante el lanzamiento.
Puede consistir en un eje con un receptáculo o espolón en el extremo que sostiene e impulsa la culata del dardo.
Se han conservado propulsores de madera, hueso, marfil o asta y hierro, algunos altamente decorados.
Tales artículos se mantuvieron en uso a lo largo de la civilización humana, junto con los nuevos materiales utilizados con el paso del tiempo.
Como artefactos arqueológicos tales objetos son clasificados como puntas líticas, sin especificar si eran para ser proyectadas por un arco o por otros medios de lanzamiento.
No obstante, pinturas rupestres en las cuevas de Toquepala sugieren que su uso se remonta hasta el Lítico.
El propulsor alcanzó su época de esplendor durante el Intermedio Temprano, particularmente en las civilizaciones nazca y mochica.
Estos últimos lo usaban profusamente, junto con mazas, en cacerías de venados y lobos marinos.