La ciudad y los perros (novela)

El borrador abarcaba 1200 páginas que presentó a editoriales españolas y latinoamericanas, pero todas la rechazaron.

Desde el primer momento, quedó maravillado con la narración, se propuso hacer todo lo que estuviera a su alcance para difundirla.

Sugirió a Mario que antes presentara la novela al Premio Biblioteca Breve, y tal como lo había previsto, resultó ganadora.

En Lima se encontró con su amigo, el crítico peruano José Miguel Oviedo, a quien consultó sobre tal disyuntiva.

Se descubre el robo de las preguntas del examen, y el teniente confina a los alumnos de imaginarias, al Esclavo y Alberto, les impide la salida hasta que descubriesen al responsable.

El Esclavo, quien ya tenía una seguidilla de confinamientos, no aguanta más el castigo y en vez de “tirar contra” (salir furtivo del colegio), prefiere delatar al culpable, Cava; este es degradado y expulsado.

Dicho castigo era terrible pues el alumno así expulsado perdía todos los años que cursados.

El Esclavo obtiene permiso para salir del Colegio esa tarde y visitar a Teresa.

Alberto siente celos, porque se ha enamorado de Teresa y escapa para adelantarse al Esclavo.

Cuando llega donde Teresa se entera de que aún no la había visitado el Esclavo.

Alberto se molesta con Teresa, la cree indiferente ante la muerte de su amigo, y terminan peleando.

Tiempo después de terminar el colegio, Alberto, quien ya se ha olvidado de Teresa, se prepara para ir a los Estados Unidos a medida que los recuerdos del Colegio Leoncio Prado van haciéndose más distantes e impersonales.

El Jaguar consigue un empleo y se reencuentra con su amor de la infancia, Teresa (la misma que fuera enamorada fugaz del Esclavo y de Alberto), con quien contrae matrimonio, cambia así la imagen que el lector se había hecho del Jaguar, convirtiéndose en un personaje más complejo.

El Poeta, al igual que los demás estudiantes leonciopradinos, debe asumir una doble identidad: dentro del colegio, como él mismo declara, debe mostrarse insensible, rudo y hosco, y no siendo un buen peleador, se las ingeniaba para no involucrarse en riñas, de esta manera evitaba que lo “fregaran”, lo que en el lenguaje de los leonciopradinos implicaba desde bromas de mal gusto hasta abusos sexuales.

Por otro lado, fuera del colegio, con sus amigos, el Bebe, Emilio, Tico y Pluto, su comportamiento era muy diferente: con ellos no tenía que mostrarse insensible o arisco, ya que con ellos no se enfrentaba a situaciones estresantes ni violentas.

Este personaje se caracteriza por su actitud sumisa y dócil, producto de una infancia en la cual las mujeres fueron elemento decisivo.

Este lamentable suceso llegó a ser encubierto por las autoridades del plantel, ya que su prioridad era mantener el prestigio de esta reconocida institución.

Vargas Llosa resalta la dimensión humana, siendo esta más relevante que lo físico y lo económico.

De pequeño, este personaje (El Jaguar) siempre ansiaba estar junto a ella, la buscaba para estudiar y la perseguía en su camino al colegio constantemente.

Pero tras la muerte del Esclavo notamos que estas ilusiones afectivas hacia Teresa son desechadas.

Al final, os caminos de Teresa y del Jaguar se juntan otra vez.

Este, tras abandonar el colegio militar vuelve a encontrarla y le propone matrimonio.

A pesar de vivir en un universo tan severo y salvaje, Boa tiene una amiga, la perra “Malpapeada” que es la mascota del colegio.

Al ocurrir la muerte de Ricardo Arana (el Esclavo), a causa de un supuesto accidente, Gamboa recibe una confidencia del cadete Alberto Fernández, quien le asegura que el Jaguar había asesinado al Esclavo.

La partida de Gamboa tiene un profundo efecto en el Jaguar, quien se siente culpable y lo lleva a cambiar su vida.

Su apodo peculiar derivaba por el hecho de que tenía los pies pequeños, blancos y cuidados.

Cobraba 20 soles y muchos cadetes hacían todo lo posible para juntar esa suma e ir a visitarla los fines de semana, entre ellos el Poeta, que reunía el dinero vendiendo sus novelitas eróticas y escribiendo cartas de amor a pedido.

A decir del escritor, la “Pies Dorados” es el único personaje de la vida real que ha sido reproducido fielmente en la novela, comenzando por su apelativo.

El mismo Vargas Llosa deja este punto en claro en sus memorias: Es inevitable, sin embargo, que en la novela se aludan a situaciones reales vividas por el escritor en dicho colegio (algunas de las cuales explica en sus memorias),[9]​ pero no debe tomarse como una crónica veraz y minuciosa.

La escena homosexual de Paulino con algunos cadetes fue sin duda la que más escándalo motivó, junto con el supuesto bestialismo practicado por algunos alumnos con gallinas y con la perra Malpapeada, al ser vistos como prácticas aberrantes, o según el decir coloquial, “cochinadas”.