Sinfonía en fa mayor, KV 19a (Mozart)

El padre Leopold Mozart planeó la gira para exhibir a sus prodigiosos hijos, Wolfgang y Nannerl en las principales cortes europeas.

[2]​ Posteriormente Leopold y sus hijos pasaron en Viena varios meses de 1768 durante los cuales el joven maestro hizo un esfuerzo consciente por adaptar su estilo sinfónico a los gustos del público vienés, adoptando entre otras cosas la estructura en cuatro movimientos.

En enero de 1779 regresó a su ciudad natal donde creó otras tres sinfonías (n.º 32, 33 y 34) con las que cierra su etapa en Salzburgo.

La sinfonía estuvo perdida hasta que en 1980 se encontró una copia de la misma transcrita por Leopold Mozart.

La página del título establece que fue compuesta por Wolfgang cuando tenía nueve años de edad, es decir, en 1765.

La sinfonía no había sido encontrada todavía cuando se publicó la sexta edición del catálogo Köchel.

La primera edición fue llevada a cabo en 1984 por el editor Gerhard Allroggen para la casa Bärenreiter en Kassel, que la publicó bajo la denominación Neue Mozart-Ausgabe, Serie IV, Werkgruppe 11.

[11]​ La partitura está escrita para una orquesta formada por: Los oboes permanecen en silencio durante el segundo movimiento.

Tras la repetición del primer tema, llega el segundo tema (compases 9 y ss.) en la dominante fa mayor, que también tiene un carácter fraseado, pero que se distingue por el acompañamiento murmurante en semicorcheas constantes del segundo violín y la viola.

La segunda parte (compases 25 y ss.) se inicia con el primer tema en la dominante fa mayor, pero la repetición es en sol menor.

A partir del compás 33 surge un nuevo motivo lento, también en sol menor con segundas ascendentes y descendentes, que se desarrolla de forma escalonada en los violines o en la viola/bajo para acabar descendiendo hacia el grave (compases 37 ss.).

El Finale adopta una forma rondó con la siguiente estructura: Según Wolfgang Gersthofer, el Allegro assai de esta pieza es «quizá el primer movimiento más convincente del primer grupo sinfónico de Mozart.»[13]​ Neal Zaslaw, por su parte, destaca la atmósfera especial del Andante: «A pesar de la estructura sencilla y los temas convencionales, este movimiento desarrolla una sofisticación y un brío sorprendentes para un compositor en su infancia.»[12]​

Mozart en 1763.
Wolfgang y Nannerl hacia 1763.