Sinfonía en re mayor, KV 196+121 (Mozart)

El padre Leopold Mozart planeó la gira para exhibir a sus prodigiosos hijos, Wolfgang y Nannerl en las principales cortes europeas.

[2]​ Posteriormente Leopold y sus hijos pasaron en Viena varios meses de 1768 durante los cuales el joven maestro hizo un esfuerzo consciente por adaptar su estilo sinfónico a los gustos del público vienés, adoptando entre otras cosas la estructura en cuatro movimientos.

En enero de 1779 regresó a su ciudad natal donde creó otras tres sinfonías (n.º 32, 33 y 34) con las que cierra su etapa en Salzburgo.

Tal distinción se hizo evidente en la música de Mozart en la época en que escribió la ópera bufa La finta giardiniera para una representación en Múnich en 1775.

El maestro austríaco esperaba que la sinfonía de La finta giardiniera se interpretara como una obra independiente por derecho propio y así lo planeó.

No obstante, en una fecha posterior, la combinó con un movimiento adicional (K. 121) para crear una obra de concierto multi-seccional (aunque breve).

Los orígenes de este Finale adjunto son algo confusos; no se sabe si fue escrito específicamente para este propósito o si, al igual que la sinfonía, el compositor lo concibió como una obra independiente y más tarde lo puso en servicio como parte de la composición actual.

La primera edición del último movimiento fue llevada a cabo en 1881 por el editor Gustav Nottebohm para la casa Breitkopf & Härtel en Leipzig, que publicó bajo la denominación Wolfgang Amadeus Mozarts Werke, Serie X, No.10, tanto las partes como la partitura completa.

En las orquestas de aquella época era una práctica común emplear el fagot y el clavecín, si estaban presentes en la orquesta, para reforzar la línea del bajo doblando a los violonchelos y los contrabajos o bien como continuo, incluso sin notación separada.

El movimiento lento central está escrito para cuerdas solas y también es bastante breve.

Mozart en 1773.
Wolfgang y Nannerl hacia 1763.