Julián de Toledo

También realizó estudios teológicos con un depurado estilo literario muy superior al de su tiempo.

[2]​ En el plano político, Julián defendió al rey Wamba en su escrito Historia del rey Wamba, que narra la unción real de este en 672 y la rebelión de la Narbonense al año siguiente.

Ervigio sucedió a Wamba en 680, tras su deposición motivada por la penitencia que había recibido siendo inconsciente.

Julián recibió el bautismo en la principal iglesia de Toledo y se educó en su escuela catedralicia bajo el entonces obispo Eugenio II, reconocido poeta en latín; tuvo por compañero al diácono Gudila.

Unidos por los gustos comunes tanto como por el afecto, estos amigos se retiraron para consagrarse a la oración y al estudio y su celo apostólico les hizo volver al mundo para intentar la conversión de los pecadores.

Durante su gobierno diocesano aumentó notablemente el patrimonio de la biblioteca episcopal.

Asistió a varios concilios de Toledo, concretamente el duodécimo en 681, el decimotercero en 683, el decimocuarto en 684 y el decimoquinto en 688, presidiendo los tres últimos y pronunciándose sin miedo en su Apologético sobre algunas conclusiones inaceptables que el Papa había asumido sobre la herejía monotelita una vez celebrado en 680 el concilio de Constantinopla.

En el XV Concilio tuvo un papel destacado, ya que se confirmó la posición teológica de Julián sobre las dos voluntades de Cristo, tema al que se dedicaron 17 cánones.

Julián de Toledo fue escritor muy fecundo, aunque poco de ello se haya conservado; según José Luis Moralejo, su obra teológica posee "una cierta tendencia profética y esotérica".

Es muy probable que la obra fuese redactada con el fin de formar al clero toledano.