[2][3] En 1909 al ser señalada como simpatizante del movimiento revolucionario se refugió en la Ciudad de México.
[4][5] En 1913, tras la muerte de Francisco I. Madero redactó un manifiesto junto a María Arias Bernal contra Victoriano Huerta; debido al miedo que prevalecía en esa época se encontraron con dificultades para imprimirlo; cuando finalmente encontraron una imprenta en Tacubaya, fueron denunciadas y acusadas de sedición.
Julia escapó rumbo a Morelos y se unió a los zapatistas en donde se le asignó la responsabilidad de la comunicación con las fuerzas que operaban en Teziutlán, Puebla.
En 1916, trabajó con Celsa Ruíz y otros maestros distribuyendo versiones impresas del Plan de Ayala, así como también colaborando con el movimiento de insurrección consiguiendo armas y municiones.
Capacitó a sus integrantes en primeros auxilios para estar preparadas ante el movimiento armado que se venía.
Entre las principales integrantes del club se encontraban periodistas, escritoras y profesoras de clase media que aspiraban a participar políticamente, encontrando en esta causa una forma de manifestarse.
En 1921 asistió como representante del Consejo Feminista Mexicano a la Conferencia Panamericana de Mujeres en Baltimore junto con Elena Torres, Eulalia Guzmán y Luz Vera.
Gracias al ímpetu de la escuela, la profesión fue reconocida en México y las mujeres empezaron a emplearse como trabajadoras sociales en 1936.