Atala Apodaca

Esta situación aunado a su acercamiento a maestras y maestros liberales como Aurelia Guevara, Abel Anaya y Aurelio Ortega generaron en la maestra Apodaca un proceso de politización que vendría a radicalizarse por su participación en el movimiento antirreeleccionista y la campaña presidencial de Francisco I. Madero.

Ahí se vinculó con Florencio Luna y J. Concepción Cortés quiénes la presentaron con el general Manuel M. Diéguez, revolucionario que a partir de ahí la consideró aliada clave en el movimiento revolucionario y anticlerical.

Durante el gobierno de Victoriano Huerta, Apodaca realizó campañas de difusión antihuertista donde dictaba discursos, distribuía y fijaba en lugares públicos el discurso del senador Belisario Domínguez sobre los abusos del general Huerta.

En 1918 junto con otras profesoras y trabajadoras formaron el Centro Radical Femenino (CRF) que apoyaba la postura anticlerical revolucionaria.

Fundaron el periódico El Iconoclasta y una escuela dominical iconoclasta, dependiente de la Casa del Obrero Mundial, donde enseñaban a la niñez, los principios de justicia social, solidaridad y libertad.

El gobierno de Jalisco también reconoció su labor en la docencia entregándole en 1946 y 1957 la medalla “Mtro.

Revolucionaria y Feminista utilizó la Revista Argos, de difusión pública, para promover la idea de que educar a las mujeres en libertad, valía e iniciativa individual (agencia), generaría que los hombres las vieran como iguales: “Ella será dueña de aprender y emprender, educarse para ella y para la humanidad, ya no para un hombre que se presenta como su dueño”.

Ella representaba un nuevo arquetipo de la mujer mexicana: inteligente, activa políticamente y anticlerical y por ello en no pocas ocasiones se le consideró por parte de los conservadores una "no mujer".

Decía “la mujer libre e instruida, que ahora es una excepción, sea la regla general en el futuro, las mujeres entonces pondrían sus cualidades al servicio del progreso humano”.