[10][11] Castro admiraba profundamente a Tomás Luis de Victoria y en 1601 el cabildo conquense le encargó llevar al maestro Victoria 400 reales que adeudaban por la compra de un libro de canto que Vitoria había mandado desde Madrid.
[4] Se desconocen las razones y es de suponer que fue por razones de «escándalo», «reyerta pública» o «denuncia contra el honor», hecho relativamente frecuente en el facistol.
Parece que el delito no debió ser muy grave, ya que solo estuvo de treinta a cuarenta días preso y el 3 de mayo el cabildo ordenaba,[1] De hecho, el cabildo debería haberle descontado 13188 maravedís los días que no estuvo en la Catedral, pero decidió perdonarle 51000, además perdonarle las multas por su falta de asistencia a las fiestas a las que tenía obligación o el coste del sustituto.
Se conservan otras trifulcas en las que Castro se vio envuelto:[1] Tras la imposición de la multa de 50 ducados y una investigación que duró dos años, el maestro Castro fue exonerado.
El suceso también deja entrever el carácter del maestro de capilla, que no debía ser pusilánime.
[4] Entre ellas destaca el motete para Martes Santo, Caligaverunt, a seis voces.