El mismo año comenzó a preparar su Onomasticon Cataloniae, monumental recopilación etimológica de todos los topónimos del dominio lingüístico catalanohablante basada en encuestas orales, un proyecto único en Europa que logró finalizar en el último tramo de su longeva vida.En 1967 se jubiló como profesor en Chicago y regresó a Cataluña, instalándose en Pineda de Mar, en la comarca del Maresme.Corominas aceptó el Premio Nacional de las Letras Españolas, dotado con cinco millones de pesetas, pero escribió una carta al Ministerio de Cultura quejándose del trato a la lengua catalana y a Cataluña —«la única nación mía, y mi única lengua, a las que presto incondicional obediencia y pleitesía son la nación y la lengua catalanas»— por parte del gobierno central; acabando su carta con una llamada a «las naciones pequeñas o modestas como la nuestra, rechazando la farsa de los colegios electorales únicos, impuestos por dominadores mediocres».Otro epistolario a punto de entrar en prensa es el de Corominas con su maestro Ramón Menéndez Pidal, que han preparado los profesores José Antonio Pascual (quien colaboró en su Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Gredos, Madrid, 6 vol., 1980-1991) y José Ignacio Pérez Pascual.Pidal fue profesor suyo en Madrid y siempre apoyó de forma entusiasta su proyecto.