A Vallejo le correspondió la comandancia del batallón por antigüedad.Vallejos enfrentó una columna británica que avanzó por la calle «de la quinta de Baldovinos» hasta que los británicos «a los seis tiros, con marcha redoblada, dejaron el puesto».La noche del 10 estuvieron «a la intemperie sin comer, ni dormir, sobre las armas».En Montevideo el batallón fue elevado a regimiento y Vallejo permaneció al mando como comandante.El gobernador Soria envió al asesor del cabildo y amigo Nicolás Herrera (quien supuestamente adhería secretamente al bando independentista) a invitar a Murguiondo y sus oficiales a parlamentar en el Cabildo de la ciudad.En el acuerdo de rendición del que el Cabildo salió garante, Salazar concedía la aministía a los líderes del movimiento, no obstante y pese a la insistencia del Cabildo que deseaba se respetasen los términos, los envió encadenados a Cádiz.Vallejo fue arrestado y destituido, pero evitó ser deportado en razón de su avanzada edad.No tuvo igual suerte su hijo Luis, quien fue remitido a Cádiz por alta traición.Tras los sucesos se alejó de toda actividad publica.