Luego Virgilio reconforta a Dante tomándolo por la mano y mostrándole un rostro tranquilo: entran así en las secretas cosas, es decir separadas del mundo.El desprecio del poeta hacia estos pecados es máximo y completo, porque quien no supo elegir en vida, es decir elegir de qué lado quedarse, en la muerte quedará un paria obligado a correr detrás de una bandera que no pertenece a ningún ideal.me fijé más y conocí la sombra de aquel Dante nota entre las almas a «aquel que miserable hizo la gran renuncia», pero no lo nombra: esta persona podría ser Celestino V, Giano della Bella, Esaú, Poncio Pilato o un personaje puramente simbólico.La primera hipótesis viene considerada porque Dante lo reconoce inmediatamente, por lo tanto puede tratarse de un compañero suyo.Además, los principales comentadores contemporáneos indican a Celestino V como el artífice de la «gran renuncia» y también los miniaturistas pintaban una figura con la tiara en la espalda.A continuación, llega un barco conducido por un viejo canoso por antiguo pelo (por la vejez avanzada) que grita «¡Ay de vosotras, almas perversas!».Después se reúnen todas llorando en aquella orilla del mal donde termina quien no le teme a Dios.Parten de la playa y entran una a una en la barca, como pájaro amaestrado que recibió la señal.Pasan después al oscuras ondas y mientras un nuevo grupo se junta en la orilla de la otra parte.Ahora, Virgilio juzga la ocasión como apropiada para la explicación: todos aquellos que mueren con ira hacia Dios terminan en aquel lugar.La justicia divina los obliga a pasar aquel río, así que también sus miedos se transforman en espera y deseo.Esto permite que pase el Aqueronte sin ser un condenado y muestra como Dante admita a veces elementos sobrenaturales en su viaje.