[6] Interesado por los problemas sociales, educativos y económicos del momento, trabó amistad con Heinrich Lammasch, destacado jurista austriaco y último primer ministro imperial, que nombró a Seipel ministro de Bienestar Social en su gabinete a finales de 1918.
[12] Tuvo un papel destacado en que la república fuera aceptada por los socialcristianos, y también en el abandono de estos del sistema democrático.
[15] En sus últimos años, se mostró favorable a aprobar reformas constitucionales que permitiesen implantar un gobierno autoritario y colaboró estrechamente con formaciones fascistas, como la Heimwehr.
[18] La familia paterna llevaba largo tiempo asentada en Vienaː su bisabuelo Franz —aún apellidado «Seipl»— se dedicaba a la manufactura textil y su abuelo Johann Baptist había sido funcionario de rango bajo.
[24] Ambicioso, huía, sin embargo, de la afectación habitual tanto entre la aristocracia austrohúngara como entre el funcionariado imperial.
[32] Schindler fundó la Leo-Gesellschaft, una sociedad católica dedicada a cuestiones religiosas y culturales cercana al Partido Socialcristiano.
[70][71][72] Su influencia fue clave en los círculos católicos para que estos aceptasen la república y el nuevo sistema democrático.
[77] Seipel, por su parte, pronto destacó en la actividad parlamentaria y obtuvo una plaza en el comité encargado de redactar la Constitución.
[84] Su disposición a realizar concesiones, empero, no incluía aquellas áreas que consideraba cuestiones esenciales para la Iglesia, como la legislación sobre la educación y el matrimonio.
[85] Abogó con ardor por la estructura federal del nuevo Estado, para limitar la influencia de la gran capital, dominada por los socialistas, en las provincias.
[86] Por el mismo motivo, se opuso a la creación una provincia separada para Viena, confiando en que, incluida en la Baja Austria, podría quedar gobernada por los socialcristianos.
[90] Este participó además en las reuniones organizadas por los bávaros de la Orgesch para extender la Heimwehr a la región capitalina.
[94] Logró en efecto una efímera unificación que sometió a la Heimwehr al control de los tres principales partidos políticos burgueses.
[120] Al mismo tiempo, buscó apoyo financiero extranjero, acción que los socialistas criticaron con dureza a pesar de haberla defendido anteriormente.
[133] El 22 de agosto, se hallaba en Berlín, visita que aumentó la inquietud italiana; Italia rechazaba la unión del país vecino con cualquier otro.
[134] La visita más importante fue la realizada a Italia, donde se estudió la posibilidad de una unión aduanera y monetaria entre los dos países.
[143][131] Por si fallaba su petición a la Sociedad, mantuvo los contactos con los checoslovacos e italianos; en especial, no descartó la posibilidad de una unión política con estos últimos.
[165] La austeridad impuesta por la Sociedad de Naciones originó tanto la estabilidad financiera como el estancamiento económico.
[182] Sus equívocas declaraciones acerca del Anschluss, sin embargo, hicieron creer a los mandatarios alemanes —erróneamente—, que lo rechazaba.
[199] En ocasiones utilizó su influencia para moderar las expresiones antisemitas de la Iglesia austriaca o del partido y con el tiempo sus críticas a los judíos —en especial a los capitalistas— se templaron, señal de la estrecha asociación entre el partido y los capitalistas austriacos.
[224] Por su parte, los socialistas, tanto moderados como radicales, decidieron reforzar la actitud obstruccionista al Gobierno, si bien por razones opuestas: los segundos rechazaban cualquier cooperación con los socialcristianos, mientras que los primeros deseaban la renuncia de Seipel para luego formar una nueva alianza de gobierno con sus rivales, una vez estos eligiesen un dirigente más moderado.
[243] La Iglesia católica en general también adoptó una actitud favorable a la Heimwehr, dado que no se trataba de un movimiento anticlerical y servía para limitar la influencia política socialista.
[202] Seipel había logrado sustituir al erudito Hainisch, apreciado por todos los partidos por el intachable desempeño de sus funciones, por un correligionario.
[265][266] Su ausencia del Gobierno, empero, facilitó la concordia en las Cortes,[267] uno de los objetivos que se había fijado al renunciar a la Presidencia.
[12] En 1930, trató en vano de obtener el apoyo del partido para realizar una nueva reforma legal que debía implantar un sistema corporativista.
[282] En abril, abandonó la presidencia del partido, alegando su mala salud, aunque también influyó la creciente oposición interna que afrontaba en el seno de la formación.
[307] Sin apoyo del partido para implantar un gabinete dictatorial, Seipel desistió de intentar formar un nuevo Gobierno.
[310] Seipel conservaba una gran influencia política, aunque no formase parte del Consejo de Ministros.
[323] Retirado primero en las montañas cercanas a la capital y más tarde en el monasterio de Hütteldorf, fue perdiendo contacto con los acontecimientos políticos.
[324] En sus últimos momentos, se presentó como una figura de transición entre los sistemas parlamentarios y las dictaduras que debían sustituirlos.