Unión aduanera austro-germana

[8]​[9]​[6]​ Alemania admitía que, según estos tratados, incluso una unión aduanera temporal exigía el permiso de los firmantes de los protocolos, y sospechaba que estos se opondrían a la medida.[10]​[6]​ La anexión seguía siendo, empero, un objetivo claro de la política exterior alemana —junto con la recuperación del «corredor» polaco—, en especial tras la evacuación francesa del Rin, que hasta entonces había tenido prioridad frente a la absorción de Austria.[9]​ Los productores alemanes además tampoco estaban muy dispuestos a sacrificarse para favorecer el aumento de las importaciones austriacas, ni Alemania contaba con gran capital excedente que poder invertir en Austria.[12]​ Por otra parte, varias circunstancias favorecían la puesta en marcha del plan de unión aduanera.[13]​ El Gobierno austriaco estaba presidido en ese momento por Johann Schober, al que los dirigentes alemanes consideraban favorable a la anexión, al contrario que su predecesor y figura clave de la política austriaca de la década, Ignaz Seipel.[19]​[20]​ La unión aduanera de los Estados alemanes el siglo anterior había conducido a la formación del imperio.[22]​ Esta eventual absorción de la república austriaca, junto con una serie de acuerdos bilaterales con las naciones balcánicas en los que Alemania ofrecía aranceles reducidos y que por entonces se estaban tratando, podría haber conducido al dominio germano del sureste europeo.[28]​ Aunque la industria austriaca deseaba mejorar su acceso al gran mercado alemán, parte de ella hubiese preferido recuperar el antiguo mercado austrohúngaro que tener que enfrentarse a la competencia alemana.[32]​[33]​[34]​ Aunque los representantes austriacos plantearon la cuestión de la unión aduanera con escasas esperanzas pues preveían que los países vencedores de la guerra mundial se opondrían, Curtius abogó con éxito por comenzar a estudiar la viabilidad del proyecto.[35]​[34]​ En los meses siguientes, sin embargo, el plan no avanzó,[34]​ al tiempo que los mandatarios alemanes recibían con recelo las negociaciones[36]​ del Gobierno austriaco con Francia, Italia y los países del este europeo, que temían podían conducir al desbaratamiento de la unión.[36]​ El nuevo Gobierno del centrista católico Heinrich Brüning adoptó una política deflacionaria para afrontar la crisis económica que le permitió obtener un último crédito internacional, pero a finales del verano la situación política y económica alemana había vuelto a empeorar.[38]​[39]​ Curtius y Schober se reunión en Ginebra y se avanzó en perfilar los detalles del plan, pero la dimisión del gabinete Schober el 25 de septiembre debido a un escándalo supuso un contratiempo.[61]​ Extendieron rumores además de posibles cláusulas militares secretas y advirtieron a los alemanes de que, si no se abandonaba el proyecto, podía desatarse un boicoteo económico francés que perjudicaría gravemente a alemanes —que tenían beneficios en el comercio bilateral con Francia— y austriacos.[61]​ Berlín previó la oposición francesa, pero no su intensidad; para París, la unión austro-germana reforzaba la ventaja en población del Reich, era un paso hacia la formación de una Europa central controlada por Alemania y aumentaba el peligro de dominación económica alemana en el continente.[69]​ Según el canciller Brüning, cualquier protesta formal francesa podía llevar a la caída de su Gobierno.[69]​ Austria, que había acordado su respuesta a las reacciones de los demás países con Alemania, presentó una declaración más moderada y conciliadora.[71]​ Los alemanes rechazaron las propuestas austriacas de incluir en el proyecto a Hungría e Italia, pues esto hubiese puesto en peligro el objetivo político del proyecto, la unión política austro-germana, a pesar de que hubiese reducido la hostilidad entre algunos países.[20]​ Yugoslavia y Rumanía, favorables a la unión austro-germana por motivos económicos —la unión hubiese creado un gran mercado al que Berlín les estaba ofreciendo acceso preferente— finalmente se opusieron al proyecto debido a las presiones de sus aliados franceses y checoslovacos.[82]​ Alemania no se encontraba en condiciones de proporcionar la ayuda financiera que necesitaban los austriacos.[82]​ La extensión de la crisis financiera a Alemania afectó duramente al Reino Unido, que en agosto tuvo que aceptar créditos estadounidenses y franceses y por consiguiente no pudo seguir socorriendo a los austriacos;[85]​ Londres reclamó la devolución del crédito de emergencia.[86]​ En privado, Schober admitió que para entonces el plan de unión aduanera con Alemania había sido descartado.[88]​ Francia, único prestamista posible para los bonos austriacos que debían servir para cubrir las deudas, exigía claramente el abandono de la unión aduanera; la ayuda financiera tenía como condición la anulación del proyecto.[89]​[85]​[83]​ La mayoría contraria a la unión había sido muy escasa, pero el resultado no tuvo trascendencia.[90]​ La presión francesa y los apuros económicos austriacos motivaron, sin embargo, el anuncio.[92]​ No apreció tampoco la moderación francesa, que evitó regocijarse en el fracaso austro-germano.
Reunión de la Comisión de Investigación para la Unión Europea en Ginebra en mayo de 1931. En el centro, Julius Curtius , presidiendo la reunión; a la izquierda, con cabello cano, su homólogo austriaco, Johann Schober . El proyecto de unión aduanera se presentó en vano como parte de los esfuerzos para lograr la unión de Europa.