Dichas imágenes presentan características comunes que son universalmente asociadas con Jesucristo, aunque carecen de evidencia histórica comprobable.
El aspecto juvenil y la vara mágica pueden indicar que los cristianos primitivos lo consideraban una especie de mago.
Hasta el siglo XIX, no era común encontrar impresiones de este ícono en hogares anglicanos.
Íconos de Jesucristo y María son tradicionalmente aceptados por muchos ortodoxos como pintados originalmente por Lucas el Evangelista.
Desde esa época es como empieza a representarse como el hombre barbado y de pelo largo que nos ha llegado hasta nuestros días.
Se cree que la imagen más antigua referente a Jesucristo es un grafito anticristiano realizado entre los siglos II y III, hallado en una pared cerca del monte Palatino, en la ciudad de Roma.
La cabeza del asno parece ser un prejuicio romano contra los judíos, así que la imagen se considera tanto antisemita como anticristiana.
[6][7] Algunos estudiosos creen que el dibujo se refiere al dios Dioniso u otra deidad, aunque en ocasiones un criminal era ejecutado portando un disfraz como entretenimiento para la multitud romana.