[14] Sin embargo, desde la dinastía Ming (1368-1644) la acrobacia perdió prestigio en la corte imperial, ya que a menudo los acróbatas formaban parte de las revueltas campesinas y se agrupaban en sociedades secretas.
[20] En la Edad Media surgieron los saltimbanquis (del italiano saltimbanchi, «saltabancos»), un tipo de acróbatas que hacían piruetas al aire libre o en tabernas u otros establecimientos.
La parte más cómica, que incluía mimos y acrobacias, la solían protagonizar los zanni (criados), interpretados por Arlequín, Colombina, Polichinela, Brighella o Truffaldino.
Un paso fundamental fue la invención de la jaula-teatro, que se instalaba en la pista central y permitía los espectáculos con animales sin riesgo para el público.
Antaño eran atracciones de feria, pero en los inicios del circo perduraban en sus aledaños, en tiendas o casetas donde se exhibían a estos individuos como si fuesen especímenes naturales.
[40] Su recinto inicial, una grada circular sin techo, fue creciendo y se convirtió en un anfiteatro (Astley's Royal Amphitheater of Arts, construido en 1779), que gozó de gran éxito.
Utilizaba un tupé similar al peinado de los indios iroqueses, que más adelante usarían otros payasos, como John Price, Foottit o Antonet.
Triunfaban entonces los espectáculos acuáticos realizados en grandes piscinas, con espectaculares producciones como Siberia, El terremoto de San Francisco o Antártica, número este último que contaba con setenta osos polares.
Béby vestía un traje a cuadros con sombrero tipo hongo y unos grandes zapatones, que definieron uno de los prototipos más comunes del augusto.
[71] El primer domador de circo fue francés, Henri Martin, quien tras trabajar en una ménagerie empezó a realizar números con fieras, que supusieron toda una novedad en su época.
[74] Cabe mencionar al zancudo Sylvain Dornon, quien en 1891 hizo la proeza de andar sobre zancos desde París hasta Moscú, casi 3000 km que recorrió en 58 días.
Durante la crisis económica de los años 1920, Krone y Sarrasani mantuvieron una feroz competencia, que se tradujo, entre otros aspectos, en ver quién adquiría más elefantes.
[81] Entre los artistas circenses cabe destacar a la familia austrohúngara Wallenda —iniciada por Karl Wallenda—, que fue la primera en realizar funambulismo en grupo, siempre con dos señas distintivas: riesgo y espectacularidad.
Otro francés, Didier Gautier, fundó un picadero en el parque Djurgården de Estocolmo, luego reconvertido en circo bajo la dirección del italiano Alessandro Guerra.
Una ciudad de gran tradición circense fue la sueca Norrköping, donde se construyó un edificio en 1876 donde actuaban los circos Bergman, Orlando y Madigan —donde cobró fama la acróbata Elvira Madigan—.
Gracias a sus buenos administradores, es uno de los pocos circos que jamás ha tenido una crisis económica, sobre todo por haber sabido mantener un público fiel durante muchos años.
Por ello, las grandes familias del circo italiano, como los Chiarini, Guillaume, Ciniselli, Franconi, Caroli o Truzzi, debieron probar suerte fuera de sus fronteras.
Fregoli era cantante, actor, bailarín, mimo, imitador y prestidigitador, e interpretaba en el escenario a múltiples personajes —hasta sesenta en alguna ocasión—, tanto masculinos como femeninos.
Tras un tiempo en Filadelfia, donde reproducía el tipo de actuaciones que hacía Astley en Londres, creó su propio circo en Nueva York, en 1793, en un anfiteatro al aire libre con capacidad para ochocientos espectadores.
En 1795 abrió otro circo en Boston, esta vez cubierto y con capacidad para 1300 personas, al que siguieron varios más por toda la costa este.
Pero pronto encontró competencia, ya que en 1796 recaló en Estados Unidos el jinete sueco Philip Lailson, quien inauguró la costumbre de hacer un desfile inicial para darse a conocer.
Poco después, Ricketts sufrió varios incendios en sus circos —en esa época muy habituales— y, desanimado, decidió volver a Inglaterra, pero murió en un naufragio en el viaje de vuelta, con solo treinta años.
Sin embargo, pasada la contienda volvieron a surgir nuevas y cada vez más grandes compañías, como la de William Cameron Coup, quien ideó un espectáculo en varias pistas, con carpas con capacidad hasta 10 000 espectadores.
Desde entonces, el mercado canadiense estuvo copado por compañías estadounidenses, especialmente los Ringling y los Shrine, que presentaban sus grandes espectáculos en Toronto o Montreal tras su gira por Estados Unidos.
Les 7 doigts de la main nació en 2001, fundada por siete artistas del Cirque du Soleil, con números basados en la acrobacia e inspirados en espectáculos alternativos.
A comienzos del siglo XX se formaron tres grandes compañías que viajaban por todo el país: Kakioka, Masui y Otake.
Tras la caída de la URSS, los circos vietnamitas se abrieron a Occidente, donde triunfaron artistas como el trapecista Nguyễn Guang Minh y la equilibrista Lê Kim Cương.
[163] En el resto del continente existen pequeñas compañías de tradición popular, en las que destacan los acróbatas, malabaristas, equilibristas, funámbulos, domadores y zancudos.
Sobre el cable realizaba diversos bailes —tango, jota, pasodoble—, así como saltos mortales, con un estilo y elegancia que le llevaron a lo más alto de la fama en su terreno.
El primero actúa generalmente en teatros y combina acrobacia con música, además de otros números reformados, como una nueva versión del hombre-bala.